lunes, 19 de agosto de 2013



Los estudios que analizan las diversidades entre el hombre y la mujer tienden a causar controversia porque en varias ocasiones desembocan en hipótesis discriminatorias o afirmaciones hostiles. Muchos profesionales en este campo niegan rotundamente la existencia de diferencias psicológicas, otros afirman que surgen a causa de las sociedades sexistas y algunos las adjudican a cuestiones genéticas. La realidad es que no hay ninguna excusa para justificar o fomentar la discriminación entre géneros. El siguiente artículo busca apaciguar esta discusión y tomarse con humor las distintas soluciones que proponen ambos sexos a los problemas que afrontamos cotidianamente.





Perderse al volante
Muchas veces manejamos hacia algún lugar desconocido y del que no tenemos ningún recuerdo gráfico en la cabeza. Pedimos referencias geográficas por tratarse de la primera vez que nos dirigimos a esa locación. Cuando nos aproximamos al destino y caemos en la cuenta de que en realidad estamos perdidos aparecen las diferencias entre las soluciones que emplean los dos géneros. La mujer decide no arriesgarse y pregunta al primero que pueda darle indicaciones para llegar a su destino. El hombre, en cambio, decide hacer homenaje a su orgullo y opta por lograr alcanzar la dirección sin recurrir a nadie, lo que muchas veces significa gastar litros de gasolina y perder varios minutos o incluso horas en la difícil misión.




Se rompió la bombilla de luz
La vida en pareja trae consigo un sinnúmero de situaciones cotidianas que derivan en divertidas conclusiones. Uno de los ejemplos más típicos y comunes se produce cuando explota una bombilla de luz ubicada en el pasillo que conduce a las habitaciones. El hombre puede sobrellevar los días posteriores como si nada hubiese sucedido y convive con la oscuridad hasta que en algún milagroso momento decide cambiar la bombilla. La mujer resolverá la situación de una manera mucho más práctica y veloz: cuando su pareja retorne del trabajo al hogar le pedirá que arregle el desperfecto por lo menos cinco veces hasta que él finalmente se duerma. La mañana siguiente repetirá el proceso hasta que su amado abandone la casa y de ser necesario utilizará sus dotes persuasivos algunas veces más por la tarde. Para no seguir escuchando las reprimendas de su mujer el hombre cambiará la bombilla por una ubicada en la lámpara decorativa del living (es muy poco probable que vaya a comprar otra nueva) y la luz volverá a resplandecer sobre el pasillo.






Las sillas
A simple vista, las sillas parecen típicos objetos que sirven para sentarse a comer, leer o tener una conversación con algún amigo. Sin embargo, este mueble esconde distintas utilidades para los dos géneros en cuestión. La mujer recurre a los asientos para tomar el té, alcanzar una lata muy alta o refugiarse de una temible cucaracha. Mientras que el hombre hace uso de su misteriosa imaginación y convierte a las sillas en modernos percheros capaces de alojar hasta cuatro prendas en cada una de ellas. Ante las quejas de su pareja por dejar siempre todo colgado, se defiende diciendo que "ayudan a que la ropa se airee y no le quede olor a encierro".





Vestirse para salir a la calle
Cuando el hombre y la mujer tienen que salir a la calle, toman decisiones completamente diferentes. La mujer decide sacrificar su comodidad a cambio de estar a la moda, ya sea para ir a un cumpleaños, a comprar al mercado o a un bar con amigas. Con tal de verse bien, es muy probable que elija un atuendo que no la abrigue del frio, use zapatos que lastimen sus pies o se ponga unos aros que se le enganchen con el cabello. Del otro lado, tenemos al hombre que opta por un outfit más cómodo y sencillo. Aunque eso signifique usar el mismo jean por cuarto día consecutivo, combinar cinco colores distintos o que las personas lo miren con desprecio por llegar demasiado informal al encuentro con compañeros del trabajo.





Tristeza, estrés o angustia
Hay ocasiones en las que nos encontramos angustiados, tristes o estresados debido a un determinado problema personal. Puede haberse originado en el trabajo o tal vez al discutir con un amigo. Ante este escenario, los dos géneros buscan soluciones diferentes. El hombre retorna a su casa con el objetivo de olvidarse de aquellos contratiempos y opta por mirar televisión o quedarse postrado sin pensar demasiado hasta que los inconvenientes abandonen su cabeza. Sus respuestas ante los estímulos exteriores que emite su pareja para averiguar por qué está así son casi nulos (generalmente utiliza sonidos como: ¿Eh?, Ahá, Uhmmm). La mujer no. Ella necesita gastar hasta la última gota de saliva que contenga elementos de esos problemas y su cuerpo quede liberado, a través de la conversación, de todo pensamiento nocivo que haya existido en su mente. Su pareja deberá convertirse en una suerte de psicoanalista que escucha atentamente todas las exclamaciones, quejas y conclusiones de su paciente.





Manejo del tiempo
El tiempo es uno de los elementos más esclarecedores a la hora de ejemplificar las diferencias entre los sexos. Para un hombre, cinco minutos son cinco minutos. Sucede todo lo contrario en el caso de la mujer. Para ellas cinco minutos pueden significar diez, quince, media hora y en algunos casos puede llegar a rozar la hora. Si volvemos al ejemplo de la bombilla de luz, el hombre es quién parece manejar lapsos de tiempo completamente abstractos. Si su pareja le pregunta si cambiaría la bombilla, existe una fuerte posibilidad de que él responda "ahora en un rato, mi cielo". El rato puede significar un lapso de treinta minutos, dos días, una semana o dos meses.





Identificación de sentimientos
Está científicamente comprobado que la mujer puede percibir emociones ajenas con más precisión que el hombre. De ahí se explican varias situaciones de la vida social entre estos dos géneros. Un ejemplo se produce cuando una pareja es invitada a un cumpleaños de algún amigo al que asisten otras personas totalmente desconocidas. En algún momento, se encontrarán frente a un matrimonio que les contará una serie de anécdotas o historias de su vida personal. En el viaje de regreso al hogar, el hombre hará un comentario acerca de esa charla y probablemente diga "¡qué bien se llevan esos dos y con qué facilidad resuelven los problemas típicos de convivencia!". A lo que la mujer responde: "¡¿no te diste cuenta de que ella es una manipuladora que lo detesta, a parte de manejarlo a su gusto y él sólo asiente todo lo que dice por que ya no quiere escucharla más?!".






Memoria
Los géneros en cuestión utilizan la memoria de manera muy diferente. Un hombre puede recordar todos los apellidos, posiciones y jugadas destacadas de las semifinales del mundial de fútbol sub-20 de Malasia 1996. Sin embargo, si se le pregunta la fecha de su aniversario, la edad de su hijo o el día en el que conoció a su actual pareja los recuerdos se vuelven difusos. Es muy probable que se equivoque de respuesta o que tenga que realizar un gran esfuerzo para hallar esa información. Con la mujer sucede todo lo contrario. Ella sería capaz de detallar con asombrosa precisión cómo se fueron dando los acontecimientos de las fechas en cuestión. También podría describir la vestimenta, corte de cabello y palabras que utilizó su pareja en esos importantes momentos.





Resolución de disgustos o enojos
Si una mujer nota que su pareja ingresa a la casa con un notorio enfado y al preguntarle qué le sucede le contestan que "nada", lo mejor que puede hacer es dejarlo que vaya a mirar televisión. Eso hará que al cabo de un rato olvide sus problemas y la armonía reine en el hogar. Si un hombre nota que es su enamorada la que llega enfadada y al preguntarle qué le pasa ella contesta "nada", bajo ninguna circunstancia deberá irse y dejar que el tiempo o espacio resuelvan la situación. Esa decisión hará que las próximas horas sean miserables y que múltiples reproches caigan sobre su espalda por no haber escuchado lo que evidentemente molestaba a su mujer.





Tareas en simultáneo
La mujer puede estar preparando un exquisito pollo al horno mientras termina el balance de haberes en una planilla de textos y mira las noticias de la noche. Sin embargo, nunca deberá dejar a su marido realizar varias tareas en simultáneo porque pueden acontecer numerosos accidentes. Si el hombre se decide a escribir el informe que su jefe le solicitó de carácter urgente mientras cocina una carne y mira el partido de la fecha, al cabo de un rato se dará cuenta de que la casa está invadida por un humo denso y saltará de la silla de manera brusca. Sus movimientos golpearán la notebook con la que trabajaba y caerá al piso, rompiéndose en mil pedazos. Finalmente, será necesario gastar importantes sumas de dinero en la comida a domicilio que pedirá para alimentar a la familia.





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