miércoles, 18 de septiembre de 2013

¡ Ay Luisa ¡ Tu y tus amores lejanos inconclusos...
Se te fue diluyendo la vida entre los sueños y el ahora halla tu pisada algo difusa.
Si tu boca hubiera cerrado tanto como tus párpados titilantes
la soledad no seria hoy tu compañera
Te fuiste sumergiendo de tu artera roja sangre al pálido azul de tu vivienda deshabitada.
Alambrada mujer de púas,
cercaste tus emociones con la sombra recostada en tu lado del olvido

Que hermosa estabas luisa en tu vestido preñado de acuarelas y tizne tinto,
ancha como las muñecas sangrantes de tanto llorar olvidos.
Tus senos parecían de plata y tu boca de cobres,
ahora paseas la oscura ribera marchita con labios vírgenes de besos
y aromas volando con ojos de águila y panorama abierto.
La sed de ave desierta te nubló las pupilas en un oasis colmado de ofertas,
tu exigencia de tributo te legó un paso de melancolía y tus ojos soñadores con el hilo bordado de la cuna infecunda destejió su lana de madriguera.

¡ Ah luisa, como deambulaban erguidos
tus senos turgentes como una primavera independiente ¡
Cuando tu carne provocaba suspiros y producía sudores,
andaba tu pecho levitante de escarapela floreciendo el verde rebosante,
ladeaban tus caderas las aristas del viento que se hacia brisa a tus costados
y más de una pisada tuya provocaba un suspiro, las hojas silbaban un rock de los 70,
la acera lasciva se agachaba bajo tu falda
y hasta los secos árboles apilaban sus hormonas.
Era imposible despertar sin recordarte y dormirse sin amarte
Luisa, ¿ donde quedaron tus retratos amarillos colgados?
Cuando los modernos semáforos ya no te guiñan y el rojo aparece como signo de letarguía, en que espacio repta tu figura y huella de anaconda y tu corona emperatriz resbalando tu pelo escaso cercano al blanco,
tus muslos y nalgas frescas acumuladas ya en ocaso.
La quirúrgica piel se estiró tanto que quedó vacía de recuerdos.
Para ver una luna necesitas una foto y tus veredas de azules se fueron al gris apagado.
¡ Ah luisa ¡ cómo se te fueron los dulces zumbando entre los panales de abejas macho...
con tanto uso de lupa minúscula y requisitos.
Si enumeras los amores te darán ecuación de toneladas.
Pero si cuentas los rencores.
No-Luisa.
No hay numero para tus rencores.
Ni espacio en tus manos de espanto y pecas,
el tamiz del tiempo ha ido goteando tan lento sus derivados
que te dejó sin productos ni resultados.



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