martes, 30 de julio de 2013



Si el Papa pidió que "hagan lío", ¿cómo no salir a las calles el 8A?




A no engañarse -algunos encuestadores tienen mucho oficio al respecto- que el Frente para la Victoria controla una 'masa crítica', básicamente clientelar, equivalente al 30% del electorado de la provincia de Buenos Aires, que 'licuado' con los otros grandes distritos electorales puede alcanzar a un 26% promedio: que Martín Insaurralde alcance esos niveles no es mérito. Esa es la porción de la torta de Cristina que ambiciona heredar Daniel Scioli. ¿Cuál sería una gran elección para Sergio Massa y el Frente Renovador en las PASO? 35%, ese sería un gran número, una base a trabajar para octubre, cuando ocurrirán otras situaciones: la crisis financiera consecuencia del fallo judicial adverso en USA por la deuda, las consecuencias de la nueva aceleración inflacionaria, su impacto sobre el consumo, etc. Cualquier otro análisis es incorrecto. ¿Qué sería importante entre los opositores? Acordar que la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación no volverá a regalarse, tal como sí ocurrió en 2009. Eso es lo que tendrían que firmar todos ante un escribano. Una alternativa es concretar el cacerolazo del 8A para que los verdaderos protagonistas de estos tiempos, la gente, imponga sus condiciones a esos tibios opositores, hijos de Laodicea diría un obispo que vive en Roma. Al respecto, interesante una columna del autor en su programa por Radio El Mundo:

Carrera contra reloj. En dos semanas, se votara en las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, lo que muchos llaman despectivamente "nada más que una gran encuesta abierta", pero que determinará gran parte del comportamiento del electorado en Octubre próximo y el futuro del proyecto político, personal y hegemónico de Cristina Fernández. Y, a pesar de ello, 1 de cada 3 votantes aún no sabe para qué sirven las PASO.

Mientras que Cristina Fernández aparece todos los días en actos proselitistas que se transmiten en cadena y despliega discursos por 40 ó 50 minutos, que nadie escucha; la oposición tiene que mostrar sus candidatos, sus críticas y sus propuestas en spots de 12 segundos que son emitidos por radios y canales de televisión como si fueran ráfagas de ametralladora. Sin duda, un reparto desigual del espectro radiofónico y televisivo promovido por las modificaciones a la Ley Electoral, que votó la oposición tontamente hace tres años, amparada por una Ley de Medios Audiovisuales que, durante su redacción, proponía hipócritamente "multiplicar las voces", colabora para que nadie sepa nada o ni pueda tener algo en claro.

Tal como hace dos semanas, en el kirchnerismo sigue la preocupación por lo que muestran las encuestas. Por eso, el Gobierno en pleno salió desde el jueves 25/07 a sostener la figura del aún desconocido intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, al que cada semana le inventan una novia o "amistad" con alguna famosa de turno para tratar de hacerlos subir en el conocimiento de la opinión pública.

¿Seguirán hasta octubre usando la vida amorosa del joven político como anabólico electoral? En el fondo, va a terminar por realizar su campaña por los programas de chismes del espectáculo, antes que por los políticos. Nada más menemista, por cierto. ¿Con qué cara criticarán los kirchneristas la estrategia macrista de elegir figuras deportivas o del espectáculo para encabezar sus listas en diversas provincias?

La arremetida del Gobierno en apoyo de sus candidatos tiene tres orígenes bien distintos. Por un lado, hay que borrar el error de Cristina Fernández de avanzar con el ascenso de César Milani como Comandante en Jefe del Ejército. Sin duda, la Presidente de la Nación no quiere ser refutada en su decisión, pero el costo político que tiene que pagar por ratificar su independencia y poder es inmenso.

Un simple recuento de los efectos de la decisión presidencial permite dimensionar la necesidad imperiosa que tiene Cristina Fernández de un jefe militar fiel a su voluntad, seguidor del modelo y proveedor de información privilegiada a través de la Inteligencia militar:

1. Ruptura de la relación entre Cristina Fernández y Horacio Vertbisky.

2. Deslegitimación profunda de César Melani como Jefe del Ejército.

3. Fractura entre las organizaciones de derechos humanos.

4. La Armada Argentina conducida por un Contraalmirante, algo que nunca ocurrió en su historia desde Guillermo Brown.

5. Duros pases de factura en la bancada del Frente para la Victoria en el Senado.

6. Desautorización extrema de Miguel Ángel Pichetto

7. Desautorización de una decisión presidencial por una de las entidades más cercanas al oficialismo: el Centro de Estudios Legales y Sociales.

8. Pérdida de autoridades del propio CELS, a futuro, para "filtrar" la selección y ascenso de altos jefes de las Fuerzas Armadas.

9. Exposición de la dependencia de las organizaciones de derechos humanos de los recursos y espacios de poder cedidos por el kirchnerismo.

10. Perdida de la escasa credibilidad que tiene los medios kirchneristas que, de un día para otro, pasaron de apoyar la nominación César Milani, negando su relación con los "años de plomo" a explicar el retiro del pliego de ascenso.


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