Es lo que se denomina una "enfermedad rara". Su nombre lo dice todo, es el "sindrome del olor a pescado". Afecta a una persona de cada 200.000, y el primer caso en España fue diagnosticado a una niña de 4 años en 2003.
El nombre tecnico de la enfermedad es trimetilaminuria, y su principal caracteristica es que los enfermos que la padecen despiden un fuerte olor a pescado podrido a traves del aliento, el sudor o de la orina, y en el caso de las mujeres, tambien por las secreciones vaginales.
Este sindrome se debe a un fallo en la asimilacion de la trimetilamina, componentes presente en alimentos como las legumbres, guisantes, yema de huevo, pescado de agua salada o mariscos. Este hecho, unido al fallo metabolico que sufre el paciente, provoca que esos alimentos sufran una oxidacion en el higado.
La enzima que metaboliza la trimetilamina es la flavina monooxigenasa (FMO), que a causa de una mutación, provoca un fallo en la asimilación, lo que produce ese característico olor a pescado podrido.
El único tratamiento de esta enfermedad, de momento, es un control en la dieta evitando todos los alimentos que contengan trimetilamina. Los yogures y zumos minimizan el mal olor. Sin duda es una enfermedad muy sufrida, pues puede perjudicar varios aspectos de la vida de una persona.
El portal de abcnews publico en 2006 una entrevista con Camille, una bella modelo de 30 años que padece este sindrome. Desde pequeña era apartada por sus compañeros debido a su mal olor, y la apodaban "miss fishy". Ella no sabía la causa, y ya de adulta, convertida en una bella joven dedicada a la moda, ha sido cuando ha descubierto su mal. No hay perfume que disimule su mal olor. Es una cruz que cargara siempre. En la misma pagina puede ver un pequeño video de Camille.
El sindrome del olor a pescado podrido fue descrito por vez primera en 1970. Se han diagnosticado unos 200 casos en todo el mundo, y formalmente se debe a un efecto en la oxidacion hepatica de la trimetilamina en trimetilamina N-oxido.
El mal olor corporal produce graves problemas psicológicos como consecuencia del rechazo social al que se ven sometidos los pacientes con esta enfermedad.
Las personas que padecen este mal tardan una media de entre 5 y 10 años en consultar su problema, pues desconocen que se trata de una enfermedad catalogada como tal. La mayoría de los enfermos son reacios a visitar al médico por miedo a que el mal olor sea atribuido a una falta de higiene, y la demora en el diagnóstico se achaca también al desconocimiento médico aunque, si la enfermedad comienza en el primer año de vida, los padres aseguran que el niño 'no huele a bebé'.
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