sábado, 28 de diciembre de 2013

¡SOY CULPABLE!



Lis ennegrecido, desgarrado, poseído…
¡Flor de sangre, sangre mustia!

-¡Una copa de vino tinto, por favor! Mi Dios se ha marchado, me ha dejado desolado… mi mujer, María, me lo ha quitado. Una copa de muerte, una pisca de sol… ¡Lo siento, lo siento! Sólo divago, tan sólo deliro, divago en las sendas húmedas, divago en la palabra mordaz, divago, divago en tu desdén, divago en tu insulto insolente… ¡Necio! ¡Oveja ciega!-

¡Flor de sangre, sangre mustia!
-¿Dónde está mi maldita copa? Acaso, ¿La Muerte, La Parca indolente, es mi mesara? ¿Tendré que cortar mis venas y procurarme algo de vino egregio?-
Lis ennegrecido, desgarrado, poseído…
Linfa de Venus… deleite del loco… alma desgarrada, violines en menores… ¡Ah!

-Soy la concubina del averno, la gran meretriz del hades, la lumia triste y sórdida. Hay una legión de demonios, esperando su turno para poseerme, esperando su turno para saciar su lascivia, su lujuria maldita… Pero, nada es gratis en este mísero prostíbulo, yo cobro mi cuota, la esencia de la violación, la fuente del dolor, un baile de pasión…-

¡Flor de sangre, sangre mustia!
-Ya los ríos salen de mi ser… los ríos áureos, los ríos de argento, los ríos de azufre, los ríos ígneos, los ríos de amor, los ríos ausentes, los ríos umbríos, los ríos, los ríos… La Parca, mi extraña mesera, no me procuro vino ¡La maldigo! ¡La maldigo por santa, por mística, por gitana!-
Arde la pira y consume mi vida… arde la pira, beldad ígnea… arde la pira con el cuerpo de mi madre, con el cuerpo de mi padre…
Y me han atrapado, y piensan ahorcarme…
-Acaso, ¿no saben, ustedes eruditos, que soy inocente? Recorro los campos baldíos, recorro los desiertos rojos, recorro las selvas ignotas… ¡Soy culpable! ¡Soy culpable! Culpable por ser valiente, culpable por ser osado, culpable por ser vidente…-

Lis ennegrecido, desgarrado, poseído…
-¡Ah! Es mi hora, es mi tiempo sombrío… deseo emborracharme por última vez, deseo amar por última vez, deseo morir por última vez… pues ciertamente, fallezco cada mañana. Te veo, María, amada mía, amante de mi Dios traicionero, e injurias mi nombre y escupes en mu virtud... ¡Te perdono! ¡Te perdono, amada mía!

Lago de ausencias, lago de tristezas, ¡Melancolía! ¡Melancolía egregia!
Se escucha un canto en la pradera, como un aria inmortal, como una hermosa cántiga de un remoto pasado, de un ebrio olvidado…
La siringa, la flauta de Pan, acariciada por el viento juguetón, por el libre, por el heroico… ¡Qué hermosa melodía! ¡María! ¡María! Mujer ingrata…

Lis ennegrecido, desgarrado, poseído…
¡Flor de sangre, sangre mustia!

La plaza está vacía, la bruma mortecina se arrastra, culebrea con sospecha, -¡Monstruo! ¡Monstruo!- se escucha el eco, el eco endeble del necio… Mi cabeza se ha escapado, ahora rueda por el mundo, relatando mis historias, mi triste poesía… ya no salen ríos de mi ser… ¡Salen pontos! ¡Salen océanos divinos!
¡La Muerte Santifica!

-¡Soy culpable, María! ¡Culpable! ¡Culpable! Culpable por ser místico, por ser santo, un nimbado, un vidente, un profeta que rueda por el mundo, por un orbe insensato, ¡Erudito! ¡Necio! No os preocupéis, eres cobarde, y todo lo comprendo, eres ciego; pero mi cabeza errante te mostrará las verdades del mundo, las palabras ocultas, los símbolos ignotos, las esencias de la vida, los reinos sumergidos… ¡lugares sombríos!

-¿Dónde está mi maldita copa?- se escucha el eco, el eco sublime del ser…




L. ESTEBAN TORRES

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