para «salvarla» de los nazis
El primer ministro británico se temió que Francia declarara la guerra al Reino Unido en represalia. De hecho, el régimen de Vichy bombardeó Gibraltar tras el ataque a su flota en la costa argelina
La batalla que más bajas francesas causó en la Segunda Guerra Mundial no tuvo lugar en los bosques de Alsacia ni en la defensa de París. Ni siquiera tuvo al ejército alemán como protagonista. El 3 de julio de 1940, una flotilla británica bombardeó al grueso de la Armada francesa en el puerto de Mers-el-Kébir, en la Argelia francesa. Hundieron el buque «Terre Neuve» y dañaron seriamente otros cinco navíos en sucesivas oleadas y persecuciones en alta mar. Murieron 1.297 marinos franceses, y 350 quedaron heridos. Winston Churchill, según un telegrama secreto que acaba de salir a la luz, se temió que Francia declarara la guerra a Gran Bretaña. [Puedes ver una galería de fotografías del ataque británico aquí]
En el verano de 1940, Francia se habían rendido ya a los nazis y París estaba controlada por el gobierno colaboracionista de Vichy. El alto mando británico temía que si la flota francesa se unía a la alemana la Royal Navy vería alterado peligrosamente el equilibrio en los mares y su capacidad de comunicarse con el Imperio y de abastecerse desde el Atlántico. Londres solicitó al gobierno francés garantías de que no ocurriría. Pero no se fiaron de las garantías ofrecidas por el almirante François Darlan, a pesar de sus promesas de que evitaría a toda costa que la Kriegsmarine se sumara la flota francesa.
«Fue algo muy polémico y antinatural, puesto que los franceses eran nuestros aliados, pero no nos fiábamos del almirante que aseguró a Gran Bretaña que hundiría los buques antes de que cayeran en manos alemanas, era fruto de un cálculo arriesgado basado en la creencia británica de que los franceses estaban tan desmoralizados que no harían nada», explica Terry Charman, historiador del Imperial War Museum de Londres, al diario «The Times». Churchill ordenó que la flota francesa, dispersa en distintos puertos británicos, en Toulon y en Argelia, se uniera a la Armada británica o fuera neutralizada. El Almirante James Somerville fue el encargado de lanzar desde Gibraltar un ultimátum a los franceses fondeados en Mers-el-Kébir. Podían unirse a la guerra naval contra Alemania, navegar a puertos británicos o a refugios más lejanos, como la Martinica, para su desmilitarización.
«Hundan sus barcos»
«Si rechazan estas órdenes justas, debo exigirle con profunda tristeza que hunda sus barcos en las próximas seis horas», advertía Somerville al comandante francés. Si no, sus órdenes eran el uso de la fuerza. Pero los posibles efectos de la llamada operación Catapulta preocupaban al primer ministro británico, que informó del ataque sobre los franceses a los jefes militares de las colonias británicas mediante un telegrama secreto. «Las fuerzas navales británicas solicitaron a las autoridades de la Armada francesa que tomaran ciertas medidas para impedir la caída en manos alemanas de un número importante de unidades francesas. Los franceses rechazaron tomar esas medidas. Siguieron fuertes combates entre unidades navales británicas y francesas, con fuertes -y muy dolorosas- pérdidas para los franceses», informaba el telegrama de Churchill.
«No podemos decir cuáles pueden ser las consecuencias, pero deben tomarse todas las precauciones en el caso de que Francia nos declare la guerra», advertía. Un familiar de uno de los destinatarios del cable, Sir John Dill, entonces jefe del Estado Mayor Imperial británico, subastó su copia del telegrama el pasado tres de noviembre en International Autograph Auctions, una casa de subastas especializada en documentos históricos. El documento, que llegaba con un precio de salida de 200 libras, fue vendido por 1.600 (unos 1.900 euros).
Churchill recibió fuertes aplausos en el Parlamento británico cuando anunció la acción. La desconfianza hacia Francia, un mes después de la evacuación de 338.000 soldados británicos desde Dunquerque, era muy elevada. El propio general De Gaulle, líder de la llamada Francia Libre en su exilio londinense, lamentó las pérdidas, pero defendió que las muertes y las bajas eran preferibles a que los buques franceses combatieran con Alemania.
Aun así, para muchos el ataque de Mers-el-Kébir es el Pearl Harbour francés. El propio Almirante británico Somerville confesaría haberse sentido «avergonzado» por la acción contra Francia. Pierre Laval, uno de los líderes políticos del gobierno de Vichy, ofreció a Alemania 500 pilotos franceses para ayudar a los nazis en la inminente batalla de Inglaterra. Berlín rechazó el ofrecimiento (y Laval fue fusilado tras la liberación de Francia en 1944 por firmar la orden que autorizaba la deportación de judíos franceses a los campos de concentración). Pero Francia quería una represalia. Y eligieron Gibraltar como blanco, puesto que de allí había partido la flota británica que atacó Mers-el-Kébir. Esta perdió solo dos hombres y seis aviones.
El Peñón jugó un importante papel estratégico para las operaciones británicas en el Atlántico y en el Mediterráneo. De hecho, sufrió varios ataques de fuerzas italianas y francesas y de agentes infiltrados españoles al servicio de Berlín. La invasión aliada del Norte de África en noviembre de 1942, conocida como operación Antorcha, fue coordinada desde Gibraltar y el general Eisenhower instaló su cuartel general allí durante la planificación de la operación. Días después del bombardeo en Argelia, el gobierno de Vichy autorizó un primer bombardeo del Peñón, con pocos daños. Pero los aviones franceses volvieron a bombardearlo dos veces a finales de septiembre, esta vez generando más destrucción.
El primer ministro británico se temió que Francia declarara la guerra al Reino Unido en represalia. De hecho, el régimen de Vichy bombardeó Gibraltar tras el ataque a su flota en la costa argelina
Momento en el que comenzó el bombardeo inglés (3-7-1940) que destrozó la mayor parte de la flota francesa
La batalla que más bajas francesas causó en la Segunda Guerra Mundial no tuvo lugar en los bosques de Alsacia ni en la defensa de París. Ni siquiera tuvo al ejército alemán como protagonista. El 3 de julio de 1940, una flotilla británica bombardeó al grueso de la Armada francesa en el puerto de Mers-el-Kébir, en la Argelia francesa. Hundieron el buque «Terre Neuve» y dañaron seriamente otros cinco navíos en sucesivas oleadas y persecuciones en alta mar. Murieron 1.297 marinos franceses, y 350 quedaron heridos. Winston Churchill, según un telegrama secreto que acaba de salir a la luz, se temió que Francia declarara la guerra a Gran Bretaña. [Puedes ver una galería de fotografías del ataque británico aquí]
En el verano de 1940, Francia se habían rendido ya a los nazis y París estaba controlada por el gobierno colaboracionista de Vichy. El alto mando británico temía que si la flota francesa se unía a la alemana la Royal Navy vería alterado peligrosamente el equilibrio en los mares y su capacidad de comunicarse con el Imperio y de abastecerse desde el Atlántico. Londres solicitó al gobierno francés garantías de que no ocurriría. Pero no se fiaron de las garantías ofrecidas por el almirante François Darlan, a pesar de sus promesas de que evitaría a toda costa que la Kriegsmarine se sumara la flota francesa.
«Fue algo muy polémico y antinatural, puesto que los franceses eran nuestros aliados, pero no nos fiábamos del almirante que aseguró a Gran Bretaña que hundiría los buques antes de que cayeran en manos alemanas, era fruto de un cálculo arriesgado basado en la creencia británica de que los franceses estaban tan desmoralizados que no harían nada», explica Terry Charman, historiador del Imperial War Museum de Londres, al diario «The Times». Churchill ordenó que la flota francesa, dispersa en distintos puertos británicos, en Toulon y en Argelia, se uniera a la Armada británica o fuera neutralizada. El Almirante James Somerville fue el encargado de lanzar desde Gibraltar un ultimátum a los franceses fondeados en Mers-el-Kébir. Podían unirse a la guerra naval contra Alemania, navegar a puertos británicos o a refugios más lejanos, como la Martinica, para su desmilitarización.
«Hundan sus barcos»
«Si rechazan estas órdenes justas, debo exigirle con profunda tristeza que hunda sus barcos en las próximas seis horas», advertía Somerville al comandante francés. Si no, sus órdenes eran el uso de la fuerza. Pero los posibles efectos de la llamada operación Catapulta preocupaban al primer ministro británico, que informó del ataque sobre los franceses a los jefes militares de las colonias británicas mediante un telegrama secreto. «Las fuerzas navales británicas solicitaron a las autoridades de la Armada francesa que tomaran ciertas medidas para impedir la caída en manos alemanas de un número importante de unidades francesas. Los franceses rechazaron tomar esas medidas. Siguieron fuertes combates entre unidades navales británicas y francesas, con fuertes -y muy dolorosas- pérdidas para los franceses», informaba el telegrama de Churchill.
«No podemos decir cuáles pueden ser las consecuencias, pero deben tomarse todas las precauciones en el caso de que Francia nos declare la guerra», advertía. Un familiar de uno de los destinatarios del cable, Sir John Dill, entonces jefe del Estado Mayor Imperial británico, subastó su copia del telegrama el pasado tres de noviembre en International Autograph Auctions, una casa de subastas especializada en documentos históricos. El documento, que llegaba con un precio de salida de 200 libras, fue vendido por 1.600 (unos 1.900 euros).
Churchill recibió fuertes aplausos en el Parlamento británico cuando anunció la acción. La desconfianza hacia Francia, un mes después de la evacuación de 338.000 soldados británicos desde Dunquerque, era muy elevada. El propio general De Gaulle, líder de la llamada Francia Libre en su exilio londinense, lamentó las pérdidas, pero defendió que las muertes y las bajas eran preferibles a que los buques franceses combatieran con Alemania.
Aun así, para muchos el ataque de Mers-el-Kébir es el Pearl Harbour francés. El propio Almirante británico Somerville confesaría haberse sentido «avergonzado» por la acción contra Francia. Pierre Laval, uno de los líderes políticos del gobierno de Vichy, ofreció a Alemania 500 pilotos franceses para ayudar a los nazis en la inminente batalla de Inglaterra. Berlín rechazó el ofrecimiento (y Laval fue fusilado tras la liberación de Francia en 1944 por firmar la orden que autorizaba la deportación de judíos franceses a los campos de concentración). Pero Francia quería una represalia. Y eligieron Gibraltar como blanco, puesto que de allí había partido la flota británica que atacó Mers-el-Kébir. Esta perdió solo dos hombres y seis aviones.
El Peñón jugó un importante papel estratégico para las operaciones británicas en el Atlántico y en el Mediterráneo. De hecho, sufrió varios ataques de fuerzas italianas y francesas y de agentes infiltrados españoles al servicio de Berlín. La invasión aliada del Norte de África en noviembre de 1942, conocida como operación Antorcha, fue coordinada desde Gibraltar y el general Eisenhower instaló su cuartel general allí durante la planificación de la operación. Días después del bombardeo en Argelia, el gobierno de Vichy autorizó un primer bombardeo del Peñón, con pocos daños. Pero los aviones franceses volvieron a bombardearlo dos veces a finales de septiembre, esta vez generando más destrucción.
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