La creación según los egipcios:
Antes de la aparición de los dioses sólo existía un oscuro abismo acuoso, el Nun, cuyas caóticas energías contenían la forma potencial e todos los seres vivos. El espíritu del creador estaba presente en estas aguas primigenias, pero no había un lugar en el que pudiera cobrar vida. La gran serpiente Apep o Apofis encarnaba las fuerzas destructivas del caos.
El acontecimiento que señaló el inicio de los tiempos fue la emergencia de la primera tierra, que salió de las aguas del Nun y proporcionó un soporte a la primera deidad. En algunos casos, adoptaba la forma de un ave, una garza o una aguzanieves, que se posaba sobre el montículo de tierra primordial. La primera deidad estaba dotada de varias potencias divinas, como Hu (palabra autorizada), Sia (percepción) y Heka (magia). Valiéndose de estas potencias, transformó el caos en orden, orden divino personificado por la diosa Maat, hija del dios del sol. El término Maat significa asimismo justicia, verdad y armonía. El orden divino corría constante peligro de disolverse en el caos del que había nacido.
La primera deidad tomó conciencia de su soledad y creó a dioses y hombres a su imagen y semejanza, y un mundo para que lo poblaran. Según el mito, los dioses proceden del sudor del dios del sol y los seres humanos de sus lágrimas. Por lo general, el poder creativo se vincula con el sol, aunque existen varias deidades a las que se considera creadores (Amón-Ra, Atón, Khnum, Ptah). En el templo del dios del sol en Heliópolis, el ave Benu era la primera deidad; representada en forma de garza, la radiante ave era una manifestación del dios creador del sol y llevó la luz a la oscuridad del caos. Cuando se posó en la tierra primordial, emitió un grito, el primer sonido.
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