Nuevamente, los medios de comunicación masiva dan la alarma: "Hallan tumores en ratas alimentadas con maíz transgénico". Un grupo de investigadores franceses e italianos, comandados por Gilles-Eric Séralini, de la Universidad de Caen, Francia, hallaron que una de las variedades más populares de maíz transgénico parece causar cáncer en ratas alimentadas con él. Las impresionantes fotos de los roedores y sus enormes tumores dieron la vuelta al mundo.
En el contexto del amplio debate sobre los posibles riesgos que el cultivo y el consumo de vegetales transgénicos, la noticia podría ser un verdadero parteaguas: por primera vez, los temores de quienes se oponen al uso de estos cultivos, por los posibles daños a la salud que pudieran causar, se habrían visto confirmados.
Y es que hasta el momento no había evidencia firme de que el consumo de transgénicos pudiera ser dañino: se había hablado de posibles alergias, pero en todo caso ese es un riesgo que existe con cualquier alimento. Tamb
ién se discute si el consumo de material genético ajeno al vegetal –los transgénicos son precisamente organismos a los que se les ha introducido algún gen para que adquieran alguna característica novedosa– pudiera ser riesgoso. Pero, además de que el paso de ADN a través del medio ácido del estómago y de la pared intestinal, para entrar a nuestro cuerpo, sea prácticamente imposible, el hecho es que siempre que consumimos algún vegetal o animal, sea o no transgénico, estamos comiendo ADN extraño. Y hasta ahora no hay evidencia de efectos nocivos.
Imagen tumores en ratas:
Es por eso que los hallazgos de Séralini, publicados en la revista Food and chemical toxicology, deben ser tomados con precaución. Por una parte, los estudios se realizaron en ratas; extrapolar los efectos a humanos es arriesgado. Por otra parte, se trata de sólo un estudio, frente a muchos otros que hasta ahora no habían detectado tal efecto. Habrá que esperar a que se confirmen –o no– los resultados.
Pero al estudiar los detalles del experimento surgen otras dudas: el maíz usado por Séralini es la variedad "Roundup-ready" NK603, producido por la transnacional biotecnológica Monsanto –uno de los blancos favoritos de los grupos ambientalistas anti-transgénicos, muchas veces con fundamento, pues tiende a privilegiar sus intereses comerciales por encima de consideraciones ambientales o sociales de quienes consumen sus productos. Contiene un gen que lo hace resistente al herbicida Roundup, también de Monsanto, cuyo ingrediente activo es el glifosato (N-fosfonometilglicina), compuesto que aunque no es considerado peligroso en dosis bajas, según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, podría causar cáncer y alteraciones metabólicas en dosis altas.
Séralini alimentó a tres grupos de ratas con maíz transgénico cultivado en ausencia o en presencia de glifosato (la hipótesis es que el glifosato podría quedar como residuo en el maíz que consumen los humanos), o bien con glifosato disuelto en agua, en diferentes dosis. En los dos grupos que ingirieron glifosato, halló tumores mamarios y alteraciones del hígado y el riñón. Este resultado es importante porque es la primera vez que se estudian los efectos del herbicida durante la vida entera de las ratas (2 años); normalmente los estudios de toxicidad duran unos 90 días.
Pero Séralini –quien tiene una larga historia de activismo en contra de los transgénicos– halló también los mismos efectos en las ratas que no consumieron glifosato, sino sólo maíz transgénico. Éste y otros detalles de su estudio provocan dudas: parece muy poco probable que el efecto de un herbicida y un gen extraño fueran idénticos; por otro lado, el manejo estadístico de los datos ha sido cuestionado por otros expertos.
Luis Herrera Estrella
El biotecnólogo mexicano Luis Herrera Estrella, pionero de la biotecnología vegetal, en un comunicado difundido por la Academia Mexicana de Ciencias, hace notar que no hubo controles con ratas alimentadas con maíz no transgénico, que las dosis usadas fueron excesivas, comparadas con lo que consumiría un ser humano, y que la dosis consumida no ser refleja en los efectos; por ello, señaló, "los resultados obtenidos por Séralini deben ser revisados por pares y el experimento debe ser repetido, pues del artículo surgen dudas que obligan a un examen a fondo". Lo mismo opina la Comisión Europea, que pidió a su Organismo de Salud Alimenticia (EFSA) que verificara en estudio; se espera tener un dictamen para final de año.
La Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (European Food Safety Authority - EFSA) es una agencia de la Unión Europea, que empezó a ser operativa en 2002. Su sede permanente se localiza en Parma, Italia. Su principal objetivo es la responsabilidad de proporcionar los métodos científicos para alertar y detectar todos aquellos problemas que afecten a la Seguridad alimentaria, esta autoridad valora los riesgos que puedan afectar a los países miembros de la Unión Europea.
Agencia criticada: Varios de los miembros fueron miembros trabajaron para compañías de pesticidas, alimentos o biotecnología. Lo que puede sospechar de conflictos de interés.
EFSA has been criticised for their alleged overregulation, and promotion of conflict of interest. For example, Corporate Europe Observatory and Earth Open Source have documented cases where EFSA has used industry scientists and information in risk assessments used by EU institutions and national governments, accusing the agency of basing their decisions on industry data rather than independent science. They also claim that many EFSA panel members have ties with biotech, food, or pesticide companies, paving the way for blatant conflicts of interest.Ver fuente
La ciencia no siempre llega a conclusiones claras y rápidas. Por más que a los medios no les agrade, hay debates científicos en los que la noticia es que no hay noticia: en este caso, como en tantos otros donde los datos científicos se mezclan con cuestiones ambientales y sociales, e intereses económicos, comerciales y hasta políticos –además de ideología–, habrá que esperar a tener datos más precisos. Hasta entonces, el debate sobre la seguridad de los transgénicos sigue abierto. Lo cual no quiere decir que no haya que tomar precauciones, como dicta el principio de precaución, cosa que pocos países están haciendo.
En conclusión: ¡qué bueno que esta investigación cause debate!: eso obligará a investigar mas profundamente un asunto sin duda importante.
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Evidencias científicas muestran que el maíz transgénico produce cáncer en ratas
Nuevas evidencias científicas de investigadores en Francia muestran que el maíz transgénico produce cáncer en ratas, mientras que el glifosato, el herbicida más usado en los transgénicos, es causante de deformaciones en fetos humanos, estudios realizados por el doctor Andrés Carrasco y científicos en Argentina.
Aunque informes sobre el glifosato y estudios anteriores sobre transgénicos mostraban evidencias de problemas serios a la salud y al ambiente, el gobierno mexicano autorizó en 2012 más de mil 800 hectáreas de plantaciones a campo abierto de maíz manipulado genéticamente, la mayoría con el mismo gen de Monsanto (603) que provocó cáncer en ratas en los experimentos franceses.
En el estudio realizado por CRIIGEN (Comité de investigación y de información independiente sobre genética, por sus siglas en francés), Universidad de Caen, Francia, se alimentaron durante dos años a 200 ratas, dividas en 10 grupos, con diferentes raciones. Unas con maíz transgénico NK603, resistente a glifosato pero sin aplicarlo, otras con el mismo maíz transgénico con glifosato, y otras con glifosato disuelto en el agua que bebieron, además de un grupo de control que no recibió ninguno de los elementos anteriores. Las ratas alimentadas con maíz transgénico murieron prematuramente y tuvieron una frecuencia de tumores de 60-70 por ciento contra 20-30 por ciento en el grupo de control.
Gilles Eric Seralini, director de CRIIGEN, señaló que es un estudio único en el mundo, porque todas las pruebas que han conducido las empresas no superan los tres meses, mientras que este experimento abarcó todo el periodo de vida esperado de las ratas. Justamente, un elemento significativo es que la mayoría de los problemas aparecieron a partir del cuarto mes, por lo que Seralini afirmó que el tiempo elegido para otros experimentos fue intencionalmente corto para evitar la mayoría de los síntomas.
Varios "científicos" que funcionan como cobertura de la industria de los transgénicos –vinculados o financiados directa o indirectamente por ésta– atacan los estudios del CRIIGEN, señalando supuestas inconsistencias, como que también el grupo de control desarrolló tumores. Pero esto es lógico, porque se usaron ratas que tienen tendencia a expresar tumores y nunca se permite que vivan tanto tiempo. El dato significativo es la enorme diferencia de porcentajes. Además de tumores, los grupos de ratas expuestas a transgénicos y glifosato presentaron problemas serios renales y en el hígado.
El gobierno francés, frente a los resultados de los experimentos, decidió abrir un periodo de verificación de los estudios. De confirmarse su toxicidad podrían definir que se prohibiera cualquier importación y su uso incluso como forraje. Plantar maíz transgénico no está permitido en ese país, justamente por estudios anteriores sobre la posible toxicidad e impactos ambientales del maíz NK603 y Mon810 de Monsanto. En lugar del apuro con que algunos biotecnólogos –incluso en México– tratan de defenestrar los experimentos, la actitud coherente y responsable sería verificar este estudio y realizar otros, ya que los transgénicos que están en el mercado se aprobaron basados casi al 100 por ciento en datos entregados por las propias empresas que los venden.
Siendo México centro de origen del maíz y además el país con mayor consumo humano de maíz en el mundo, lo lógico sería que primara el principio de precaución estrictamente, tanto por los riesgos a la salud humana como por los impactos sobre la biodiversidad y los múltiples significados que el maíz tiene en México para sus culturas y su población.
Sin embargo, pese a que la comisión de bioseguridad en México (CIBIOGEM) ha recibido numerosos, extensos y sólidos argumentos científicos y técnicos para no permitir la siembra –ni experimental, ni piloto y mucho menos comercial– de maíz transgénico, los ha ignorado todos intencionalmente, colocando en riesgo los intereses de la población para favorecer exclusivamente los de Monsanto, la trasnacional que controla más de 85 por ciento de las semillas transgénicas en el mundo.
El acuerdo para asegurarle a Monsanto sus intereses contra la población de México y contra su principal patrimonio genético alimentario, lo aseguró Bruno Ferrari, actualmente secretario de Economía, pero antes funcionario de Monsanto. En 2009, Ferrari, entonces director de ProMéxico, concertó una reunión entre Felipe Calderón y el director ejecutivo de Monsanto, en el Foro Económico Mundial de Davos. Volviendo de esa reunión, el gobierno anunció que rompería la moratoria que existía desde 1999 contra la plantación de maíz transgénico, aunque ninguna de las razones que los expertos expusieron para fundamentar y decretar la moratoria hubiesen cambiado. Al contrario, con el paso de los años, empeoraron las condicionantes de riesgo que fundamentaron la moratoria contra la siembra de maíz transgénico en 1999.
Los transgénicos usan muchos más tóxicos y producen menos que las semillas híbridas, además de la multitud de riesgos e impactos a la salud y al ambiente que crecen todo el tiempo, ya que las plantas se vuelven resistentes y hay que usar compuestos cada vez más tóxicos.
Hay 10 mil años de trabajo campesino y décadas de investigación agrícola pública en semillas no transgénicas que enorgullecen y sobradamente bastan para cubrir las necesidades de toda la población en México. Permitir la liberación de transgénicos en el país es un acto de extrema irresponsabilidad y un crimen histórico.
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