Religión, tradición y la paradoja de ser ateo en Navidad
A poco tiempo de Navidad y Año Nuevo, me vuelve a carcomer la sensación de estar atrapada en una compleja red hecha de religión y tradición. Primero veré cómo la ciudad engalana sus calles con motivos
navideños, en parte, a costa de mis impuestos. Después soportaré la trillada programación televisiva basada en la vida de Jesús y otros personajes del mundo cristiano e historias navideñas lacrimógenas, de final feliz y empalagoso hasta la náusea. Por último escucharé cómo me desean feliz navidad cien veces en cada comercio, tienda, restau rante u oficina pública (aún no se me ocurre una respuesta a la vez cortés y atea para estas ocasiones) . ¿Es que no puedo escapar de la atmósfera navideña?, me digo con cierta irritación.
Si me preguntan, prefiero el Año Nuevo. Festejar que la Tierra ha dado una vuelta entera alrededor del Sol, además de ser un hecho concreto e indiscutible, tiene un agradable sabor científico y pagano. Como la celebración inca del Inti Reymi o Fiesta del Sol, en la cual se conmemora en Junio, el solsticio de invierno en el hemisferio sur. Los días se alargan robándole minutos a la noche, las semillas se desperezan bajo la tierra, la gente comienza a pensar en la próxima cosecha. Son fechas importantes desconectadas de lo religioso. Pertenecen a la esfera de lo civil y por eso las prefiero a la Navidad. Sin embargo mi familia se reúne cada 24 de diciembre a la noche desde siempre, y si estoy en la ciudad, yo también, a pesar de ser atea. Porque, ¿cómo desprenderse de rituales y celebraciones religiosas cuando son parte de nuestra cultura e identidad? ¿Se puede ser ateo, laicista, secular, y festejar la Navidad o respetar el Ramadán?
Pensando en esta cuestión, fue que le pregunté un día a Ferdal, "realmente crees en dios?", "no estoy seguro", contestó. "Pero sin embargo estás respetando el ayuno de Ramadán, con temperaturas de más de 40 grados, sin beber ni comer desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche!". Sonrió y se encogió de hombros. Siempre lo había hecho, siempre lo había hecho su madre y siempre lo había hecho más gente que él amaba y respetaba. Lo mismo ocurre con Samir, de origen marroquí y residencia en España, donde el cerdo es parte exquisita y fundamental de la dieta cotidiana, en todas sus formas. "Por qué no comes cerdo?" quise saber un día, a lo que él contestó, "Si se enteraran mis padres me preguntarían: 'Por qué comes cerdo Samir?', y yo qué podría decirles?" Sería un inexplicable acto de traición a su familia. Más allá de su origen religioso, el hecho de no comer cerdo, o de ayunar en el mes de Ramadán constituye un rasgo de la propia identidad, y transgredir esa norma significaría alejarse, dejar de pertenecer.
Con esa misma falta de coherencia, pero abundancia de amor y respeto por las tradiciones familiares, es que me reuniré con los que quiero para estas Fiestas, y disfrutaré sin cuestionamientos junto a ellos. Y si se trata de encontrar qué festejar, esa noche para mí, será la conmemoración del solsticio de verano, o del invierno en el hemisferio norte, como lo fue durante miles de años antes del surgimiento de los cristianos.
Y estén atentos a mi próximo post conmemorativo de este 2013, que en definitiva, fue el año del crap.
Habrá entrevistas a grandes usuarios, como TrollacioMarcelo, DonKaptanoh, Ema_Serranista, OTAKU_SEMENTAL, entre otros grandes de flotinga.
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