Durante 200 años, Estados Unidos se perfiló como el principal opositor a que se construyera el Gran Canal de Nicaragua; la razón fundamental fue el costo de un canal de 230 kilómetros para unir el Atlántico y el Pacífico. Por una cuestión de centavos el gobierno norteamericano decide hacer la vía interoceánica por territorio de Panamá, por ser lo más barato y por el control que tendría de la obra.
En los subsiguientes 100 años (1914-2013), ninguna otra nación del hemisferio occidental o empresa privada se atrevía a contradecir al hermano mayor, por la hegemonía política y militar que ostentaba, en cuanto a promocionar la construcción de una segunda alternativa marítima, porque eso implicaba exponerse a las represalias de todo tipo que vendrían del imperio norteamericano.
Pero la geopolítica mundial empezó a cambiar a partir de los años 80, cuando surge como potencia mundial la República Popular de China, que en los últimos treinta años ha tenido un crecimiento económico ininterrumpido del 8 al 10% anual, colocándose como la segunda potencia del mundo, desplazando a Japón y a Europa. China Continental quizá sea la única nación que consiguió humillar a los EE.UU. cuando este pidió disculpas a inicios del siglo XXI por enviar un avión espía a territorio chino, el cual fue derribado.
Daniel Ortega Saavedra sin duda tiene altas credenciales de ser un político sagaz y astuto. Haciendo uso de sus habilidades políticas, en el 2012 y 2013, impulsa la aprobación de las leyes 800 y 840, hace creer a todo el mundo que la construcción del Gran Canal de Nicaragua recaerá en una empresa privada; la concesión ha levantado un escándalo político de enormes proporciones; todos como tontos han creído que la empresa HKND es la concesionaria.
A la Ley 840, llamada Ortega-Wang, la comparan con el ignominioso tratado Chamorro-Bryan; señalan a Ortega de vende-patria, los políticos se oponen tozudamente a la construcción del megaproyecto, aunque en el fondo saben que la obra significa una oportunidad de oro para sacar a Nicaragua de la pobreza.
Aun cuando Nicaragua no tiene relaciones diplomáticas con China Continental, que es otra carta bajo la manga de la camisa, luego de la firma del tratado Ortega-Wang se supo que una empresa estatal del gobierno de China, la cual goza de enorme prestigio mundial en materia de construcción, será la encargada de realizar los estudios de factibilidad del Gran Canal de Nicaragua, asimismo se conoce que el chino Wang Jing, es un personaje muy cercano al Presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, todos elementos indiciarios que van despejando el panorama en cuanto a quién está detrás de la obra, para finalmente concluir que el concesionario real de la obra es el gobierno de China Continental.
Si la concesión fue otorgada a una empresa privada, con ello hay un escándalo mayúsculo, cómo hubiera sido si apareciera abiertamente como concesionario el Estado de China Continental, que tiene sumo interés en América Latina, ya que la región cuenta con inmensos recursos naturales. No es casual la reciente visita del Presidente de China a Costa Rica, donde dejó un financiamiento de 1400 millones de dólares; visitó a Trinidad y Tobago y México, donde firmó acuerdos de cooperación.
El coloso asiático necesita ampliar su esfera de influencia en América Latina y uno de los medios para alcanzar tal objetivo es apoyar técnica y financieramente la construcción del Gran Canal de Nicaragua, lo cual le permitirá a corto plazo expandir su poderío económico y comercial en esta región del mundo.
De hacerse realidad el proyecto del Gran Canal, el cual quieren construirlo en el menor tiempo posible, pues ya están garantizados los 40 billones de dólares, el gran perdedor en esta jugada política será EE.UU., primero porque no tendrían influencia en el manejo de la obra, como lo tienen con el obsoleto Canal de Panamá. Mas a mediano y largo plazo los gringos sufrirán las consecuencias de su miopía política, al no involucrarse en la construcción del proyecto, el cual sin duda vendrá a cambiar la geopolítica no solo en el continente americano sino que también en todo el planeta.
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