miércoles, 3 de julio de 2013




Si súbitamente desapareciera el movimiento de rotación terrestre -cuya velocidad es de 1, 667 kilómetros por hora (km/h)- las cosas que no están adheridas a la superficie planetaria se proyectarían hacia el este en una trayectoria balística debido a la inercia resultante de la fuerza centrífuga. Como consecuencia de lo anterior, vientos supersónicos y tsunamis cambiarían la geografía existente.



Sin embargo, la velocidad con la que los objetos se moverían, dependería de la latitud donde se encuentren:

Entre más cerca de los polos, la fuerza centrífuga disminuye. Asimismo, el magma en el interior del planeta y las placas tectónicas ondularían por tiempo indefinido, lo que desencadenaría terremotos y erupciones volcánicas.




En la Tierra inmóvil los cuerpos pesaría ligeramente más debido a la ausencia de fuerza centrífuga, y parte del agua en los océanos se replegaría a los polos. Paulatinamente, la forma del planeta dejaría de ser geoide para volverse un esfera perfecta sin axis o eje inclinado de rotación: los campos magnéticos de la tierra serían irreconocibles.

Otra consecuencia de esta situación es que cada noche y cada día durarían seis meses, causando una diferencia elevada de temperaturas entre ambas caras de la Tierra.




Por otra parte, si el planeta dejará de realizar el movimiento de traslación -con una velocidad de 30 m/s -, eventualmente se acercaría al centro del sistema solar por la ausencia de fuerza centrífuga, que equilibra su orbita respecto al Sol.

Aunado a lo anterior, la Luna podría salirse de orbita si su inercia fuera mayor a la fuerza del campo gravitacional de la Tierra.


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