viernes, 28 de marzo de 2014


¿Puede Europa vivir sin el gas ruso?


¿Puede Europa vivir sin el gas ruso?



La crisis a la que se refiere es la anexión a la Federación Rusa de la península de Crimea, un hecho que suscitó el bloqueo comercial y económico al gobierno de Vladimir Putin por parte de la Unión Europea y Estados Unidos. Y eso incluye la reducción de la importación de estos recursos energéticos.

Pero toda acción tiene una reacción.

El 70% por ciento del petróleo que exporta Rusia al mundo va a parar a Europa. Lo mismo ocurre con el gas –del que tiene inmensas reservas-: el 65% de su producción está destinada a los países de un continente que importa la mitad de la energía que consume.

En principio, si Vladimir Putin quisiera cerrar la llave y dejar a Europa sin el suministro de estos dos recursos fundamentales para su funcionamiento, podría hacerlo sin mayores problemas.

Sin embargo, no venderle ese gas a Europa, significa perder el 54% de los ingresos por exportaciones del país y algo más complicado: tendría que salir a buscar cómo financiar el 47% del presupuesto federal ruso que representan estas exportaciones, según informes publicados por los gobiernos de Rusia y de la Comisión Europea.


Con estas cifras en la mano, es posible que ahora Europa haya decidido "despertar" y buscar otras opciones.

Pero como todo cambio, no se puede hacer de la noche a la mañana. ¿Cómo podría vivir Europa sin los 130.000 millones de metros cúbicos de gas que importa cada año de Rusia? y ¿puede Estados Unidos suplir ese puesto y convertirse en el nuevo proveedor para el continente?

BBC Mundo repasa cuáles son las posibilidades de Europa ahora que, debido a la crisis en Crimea, se ha visto obligada a mirar otras alternativas en cuestiones energéticas.

Una de las posibles razones por las que Europa "despertó" de su relación energética con Rusia podrían ser las cifras publicadas por el Centro Europeo de Estudios Políticos, liderado por Daniel Gros.

En un estudio difundido por varios medios internacionales, se revela que sólo el 6% del consumo total de energía del continente depende del gas. Sin embargo, no se puede cerrar esa puerta sin tener la otra abierta.

Además, países como Estonia, Lituania, Finlandia y Letonia dependen totalmente del gas que llega de Rusia.

Durante su visita a Bruselas de este miércoles, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ofreció un tratado comercial que permita la exportación de su país de gas de esquisto obtenida a través de la técnica de fracking, que supliría lo que llegaba desde Moscú.

La oferta tiene sentido: antes de 2020, se prevé que EE.UU. se convierta en el principal productor de petróleo y gas esquisto del mundo que podría exportar sin problema.

Sin embargo, el mismo Obama lo advirtió: "Europa tiene que hacer mejor uso de sus recursos naturales para no depender de nadie".

Tal vez algo que pasó por alto el presidente estadounidense son las políticas que regulan fracking en la UE, que algunos países y grupos ecologistas califican como el diablo en persona.

¿La razón? El fracking es una técnica de extracción de gas de una forma no convencional, a través de métodos expansivos y con la ayuda de algunos químicos, que podría afectar el subsuelo.


Sin embargo, optimiza cuantiosamente el recurso natural extraído y es mucho más barato que otros métodos.

En Estados Unidos, la política ha sido apoyar el fracking, pero en Europa la técnica ha encontrado una fuerte oposición de los grupos ecologistas que señalan que su implementación resultaría en un daño irreparable para el suelo donde se lleguen a realizar las extracciones.

De hecho, en una resolución conocida el pasado 24 de enero, la Comisión Europea no legisló de forma contundente sobre el tema, sino que dio recomendaciones a los países miembros para que sean ellos los que tomen la decisión final al respecto.

En ese sentido, Reino Unido ha ido al frente. Este jueves, el primer ministro británico, David Cameron, le dijo a la agencia Reuters: "si algo positivo podemos sacar de esta situación es una revisión profunda de la dependencia energética de Europa".

"La extracción de gas esquisto debe convertirse en el punto número uno de la agenda energética", añadió. Sin embargo, aclaró que la isla no depende del gas ruso.

Por ello, en este caso, tendrán más relevancia las medidas que puedan tomar al respecto otras naciones como, por ejemplo, Alemania, que importa desde Rusia el 36% del gas que consume.


Argelia y Qatar, el as bajo la manga



Aunque la realidad de una Europa sin el gas y el petróleo ruso es un reto importante, algunos críticos afirman que no se trata solo de cambiar el proveedor.

Sin embargo, en el panorama aparecen dos países que hasta ahora jugaban un papel importante, pero no protagónico en el mapa energético europeo: Qatar y Argelia.

En este momento, Argelia es el tercer proveedor de gas de Europa. De hecho, el 38% de lo que consume España llega a través del país del norte de África.

Además cuenta con una ventaja: el producto que llega desde Argelia es conocido como Gas Natural Licuado, GNL, que no tiene la oposición política del fracking.

En esa posición también está Qatar, el mayor productor de GNL en el mundo y que también se ha convertido en un importante socio de Europa. Sin embargo el gas de Qatar tiene un serio problema: uno de sus principales gasoductos pasa por Siria y se ha visto seriamente afectado por el conflicto interno que afecta al país árabe.

"El problema de la dependencia de otros países afuera de la zona es que no incidimos en su situación política que algunas veces puede ser muy volátil como el caso de Siria, Argelia u otro país de Medio Oriente", afirmó Mocha.

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