mi茅rcoles, 29 de enero de 2014

Nuestro pueblo tiene derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con unas condiciones m谩s humanas: libres de las amenazas del hambre y de toda forma de violencia. Por esta raz贸n, los Obispos consideramos que es nuestra obligaci贸n fomentar una cultura de la vida, don maravilloso que Dios nos ha entregado y que los cat贸licos, creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad; estamos llamados a cuidar y defender.

Ante los retos que enfrenta la cultura de la vida

Nuestro pa铆s est谩 inmerso en una espiral de violencia ocasionada por los c谩rteles de la droga. Reconocemos el esfuerzo de las autoridades que combaten este flagelo y elevamos a Dios nuestra oraci贸n por todos nuestros hermanos que han muerto v铆ctimas del crimen organizado y pedimos por sus familias. Al Pueblo de M茅xico, le pedimos que no se desentienda; que no se siente a esperar la soluci贸n, porque 茅sta depende de todos. Ninguna iniciativa, programa u operativo lograr谩 erradicar este grave problema si no cuenta con la colaboraci贸n de la sociedad.
Los Obispos pensamos que el respeto por la vida del ser humano debe comenzar en el momento de la concepci贸n y continuar hasta la muerte natural, por lo que hemos seguido con gran inter茅s las audiencias p煤blicas convocadas por la Suprema Corte de Justicia de la Naci贸n, relacionadas con las acciones de inconstitucionalidad contra del dictamen por el que se despenaliza el aborto hasta la doceava semana en el Distrito Federal. Consideramos que los argumentos presentados, desde las diferentes disciplinas, han enriquecido este debate, en el que el factor com煤n es la preocupaci贸n por la vida, la del concebido y la de su madre.

Como pastores, agradecemos y seguimos alentando las manifestaciones en favor de la vida que se han dado en varios estados de nuestra naci贸n. Saludamos a todos los hombres y mujeres comprometidos con la promoci贸n de una cultura de la vida y les pedimos que contin煤en con mucho 谩nimo e intensifiquen su trabajo en la formaci贸n de conciencias que valoren, respeten y promuevan la vida. Les pedimos tambi茅n que este tipo de manifestaciones no sea coyuntural, sino permanente. Solo con el trabajo constante podremos permear en todos los sectores de la sociedad. Estamos con ustedes, no tengan miedo. La Iglesia est谩 convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres y los indefensos.

Ante las alzas en los precios de los alimentos b谩sicos, ocasionadas por la crisis alimentaria mundial, los Obispos queremos manifestar que compartimos la preocupaci贸n de nuestro pueblo, mayoritariamente pobre, campesino, obrero e ind铆gena, por las consecuencias dolorosas que traer谩n consigo estos aumentos. Existe el riesgo real de un mayor empobrecimiento, y de que aumente el n煤mero de personas que pasan hambre en nuestro pa铆s. Esta crisis alimentaria es sin duda la emergencia y el desaf铆o mayor que tiene que afrontar el mundo actual, y presenta una tarea importante y urgente para las autoridades y para la sociedad civil.

Muerte

S贸lo a trav茅s de una mayor solidaridad y preocupaci贸n por los m谩s vulnerables podremos hacer frente a los desaf铆os inmediatos, trabajando para asegurar que el progreso de hoy sea la piedra angular de un ma帽ana m谩s justo y seguro. Invitamos a todos los cat贸licos a hacerse solidarios con la situaci贸n que viven nuestros hermanos m谩s indefensos. La palabra de Jes煤s no nos permite la comodidad del ego铆smo y de la pasividad, sino que nos lanza a que hagamos cuanto podamos por los m谩s vulnerables. La Iglesia, que formamos todos los bautizados, no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la vida.

familia

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