Hola gente de . Quisiera compartir con ustedes algunos poemas de Alfonsina Storni.
PUDIERA SER...
Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
No fuera más que aquello que nunca pudo ser,
No fuera más que algo vedado y reprimido
De familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
Estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
De mi casa materna.. ¡ Ah, bien pudiera ser... !
A veces en mi madre apuntaron antojos
De liberarse, pero, se le subió a los ojos
Una honda amargura, y en la sombra lloró.
y todo eso mordiente, vencido, mutilado,
Todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
Pienso que, sin quererlo, lo he libertado yo.
DOLOR
Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;
Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar
Con las grandes olas, y las rocas muertas,
Y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;
Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear;
Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;
Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;
Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...
Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;
Y, figura erguida, entre c ielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.
MI HERMANA
Son las diez de la noche; en el cuarto en penumbra
Mi hermana está dormida, las manos sobre el pecho;
Es muy blanca su cara y es muy blanco su lecho.
Como si comprendiera, la luz casi no alumbra.
En el lecho se hunde a modo de los frutos
Rosados, en un hondo colchón de suave pasto.
Entra el aire a su pecho y levántalo, casto,
Con su ritmo midiendo los fugaces minutos.
La arropo dulcemente con las blancas cubiertas
Y protejo del aire sus dos manos divinas;
Caminando en puntillas cierro todas las puertas,
Entorno los postigos y corro las cortinas.
Hay mucho ruido afuera; ahoga tanto ruido;
Los hombres se querellan, murmuran las mujeres;
Suben palabras de odio, gritos de mercaderes:
Oh, voces, deteneos: no entréis hasta su nido.
Mi hermana está tejiendo como un hábil gusano
Su capullo de seda: su capullo es un sueño.
Ella con hilo de oro teje el copo sedeño.
Primavera es su vida. Yo ya soy el verano.
Cuenta sólo con quince octubres en los ojos,
Y por eso los ojos son tan limpios y claros;
Cree que las cigüeñas, desde países raros,
Bajan con rubios niños de piececitos rojos.
¿Quién quiere entrar ahora? Oh, ¿eres tú, buen viento?
¿Quieres mirarla? Pasa. Pero antes, en mi frente
Entíbiate un instante; no vayas de repente
A enfriar el manso sueño que en la suya presiento.
Como tú, bien quisieran entrar ellos y estarse
Mirando esa blancura, esas pulcras mejillas,
Esas finas ojeras, esas líneas sencillas.
Tú los verías, viento, llorar y arrodillarse.
Ah, si la amáis un día sed buenos, porque huye
De la luz si la hiere. Cuidad vuestra palabra
Y la intención. Su alma, como cera se labra,
Pero como a la cera el roce la destruye.
Haced como esa estrella que de noche la mira
Filtrando el ojo de oro por cristalino velo:
Esa estrella le roza las pestañas y gira,
Para no despertarla, silenciosa en el cielo.
Volad si os es posible por su nevado huerto:
¡ Piedad para su alma! Ella es inmaculada.
¡ Piedad para su alma! Yo lo sé todo, es cierto,
Pero ella es como el cielo: ella no sabe nada.
ESA ESTRELLA
Esa estrella, la roja, de tal modo escintila
Que quisiera sentirla palpitar en mi pecho...
Silenciosa me quedo en la noche tranquila,
Encogida de miedo, bajo el fúlgido techo.
¡Cómo es roja y pequeña!.. Se me antoja una guinda
Madurada y sabrosa.. Quisiera poseerla,
Redondearla en mis dedos, conocer lo que brinda,
Paladearla en mi boca, con mis dientes morderla.
¡ Oh la fruta divina que crear a Dios plugo!
¿Qué sabor delicioso no tendría su jugo? .
¿Qué perfume selecto no tendría su pulpa?
¡Pobre boca mía, codiciosa del cielo
Pobre boca imprudente que no logra consuelo ,
Pobre boca sedienta, castigada sin culpa
ALMA DESNUDA
Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda, que angustiada y sola,
Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta,
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora, sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva, se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
Con que la primavera nos envuelve.
Alma, que a ratos, suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar dis tancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia,
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega.
Y negando lo bueno el bien propicia,
Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por el oro precioso de una estrella.
LA INÚTIL PRIMAVERA
Veintiocho veces van que yo la veo
Trabajando capullos del rosal;
Llegó cumpliendo, ardiente, mi deseo,
Cuando la tuve, todo ha sido igual:
Preparé un himno y se murió en gorjeo,
Me eché a ser río y terminé canal;
En otra primavera... ¡ devaneo!
Ya está de nuevo y sigo con mi mal..
Veintiocho veces van!... De diez, yo guardo
Memoria triste de aquel paso tardo
Con que los días del invierno van
Hollando el alma para hacerle casa:
¡Veintiocho veces van que inútil pasa!
¿Cuántas, por verla aún, me faltarán?...
EL LEÓN
Entre barrotes negros, la dorada melena
Paseas lentamente, y te tiendes, por fin,
Descansando los tristes ojos sobre.la arena
Que brilla en los angostos senderos del jardín.
Bajo el sol de la tarde te has quedado sereno,
Y ante tus ojos pasa, fresca y primaveral,
La niña de quince años con su esponjado seno: ¿Sueñas
echarle garras, oh goloso animal?
Miro tus grandes uñas, inútiles y corvas;
Se abren tus fauces, veo el inútil molar,
E inútiles como ellos van tus miradas torvas
A morir en el hombre que te viene a mirar.
El hombre que te mira tiene las manos finas,
Tiene los ojos fijos y claros como tú.
Se sonríe al mirarte. Tiene las manos finas
León, los ojos tiene como los tienes tú.
Un día, suavemente, con sus corteses modos
Hizo el hombre la jaula para encerrarte allí,
Y ahora te contempla, apoyado de codos,
Sobre el hierro prudente que lo aparta de ti.
No cede. Bien lo sabes. Diez veces en un día
Tu cuerpo contra el hierro carcelario se fue:
Diez veces contra el hierro fue inútil tu porfía.
Tus ojos, muy lejanos, hoy dicen: ¿para qué?
No obstante, cuando corta el silencio nocturno
El rugido salvaje de algún otro león,
Te crees en la selva, y el ojo, taciturno,
Se te vuelve en la sombra encendido carbón.
Entonces como otrora, se te afinan las uñas,
Y la garganta seca de una salvaje sed,
La piedra de tu celda vanamente rasguñas
Y tu zarpazo inútil retumba en la pared.
Los hijos que te nazcan, bestia caída y triste,
De la leona esclava que por hembra te dan,
Sufrirán en tu carne lo mismo que sufriste,
Pero garras y dientes más débiles tendrán.
¿Lo comprendes y ruges? ¿Cuándo escuálido un gato
Pasa junto a tu jaula huyendo de un mastín,
Y a las ramas se trepa, se te salta al olfato
Que así puede tu prole ser de mísera y ruin?
Alguna vez te he visto durmiendo tristeza,
La melena dorada sobre la piedra gris,
Abandonado el cuerpo con la enorme pereza
Que las siestas de fuego tienen en tu país.
Y sobre tu salvaje melena enmarañada,
Mi cuello, delicado, sintió la tentación
De abandonarse al tuyo, yo, como tú, cansada,
De otra jaula más vasta que la tuya, león.
Como tú contra aquélla mil veces he saltado,
Mil veces, impotente, volvime a acurrucar.
¡ Cárcel de los sentidos que las cosas me han dado!
Ah, yo del universo no me puedo escapar.
Y entre los hombres vivo. De distinta manera
Somos esclavos; hazme en tu cuello un rincón.
¿Qué podrías echarme? ¿Un zarpazo de fiera?
Ellos, de una palabra, rompen el corazón.
ANIMAL CANSADO
Quiero un amor feroz de garra y diente
Que me asalte a traición en pleno día,
Y que sofoque esta soberbia mía,
Este orgullo de ser todo pudiente.
Quiero un amor feroz de garra y diente
Que en carne viva inicie mi sangría,
A ver si acaba esta melancolía
Que me corrompe el alma lentamente.
Quiero un amor que sea una tormenta,
Que todo rompe y lo remueve todo
Porque vigor profundo la alimenta.
Que pueda reanimarse allí mi lodo,
mi pobre lodo de animal cansado,
Por viejas sendas, de rodar, hastiado.
DATE MAS...
A pesar de todo esto donde muero de angustia,
Oigo voces que dicen: date más, date más...
¿Qué más puedo ya darte? A los vientos mi alma,
Para quien la comprenda... a los vientos está.
Algunas voces siguen diciendo todavía:
El alma es poca cosa, date más, date más...
¡Oh!, quisiera yo darte lo que tengo y no tengo,
Pero tú que lo pides, ¿qué es lo que me darás?...
Pequeños somos, hombre, pequeños y menguados;
Ah, por más que yo hable nunca me entenderán.
Vulgares por la calle se me saldrán al paso
Diciéndome sin tregua: ¡ date más, date más!...
Fuera yo inagotable como mina de oro.
Fuera yo inagotable, generoso caudal,
Y oyera a cada paso como dicen las voces
Tranquilas y felices: date más, date más...
¿No sabes lo que arrancan las palabras que arrojo?..
La lengua se té caiga si dices al pasar:
Mujer que das el alma de tan fácil manera...
Es poco lo que ofreces: ¡ date más, date más!
LETANÍAS DE LA TIERRA MUERTA
Llegará un día en que la raza humana
Se habrá secado como planta vana,
Y el viejo sol en el espacio sea
Carbón inútil de apagada tea.
Llegará un día en que el enfriado mundo
Será un silencio lúgubre y profundo:
Una gran sombra rodeará la esfera
Donde no volverá la primavera;
La tierra muerta, como un ojo ciego,
Seguirá andando siempre sin sosiego,
Pero en la sombra, a tientas, solitaria,
Sin un canto, ni un ¡ay!, ni una plegaria.
Sola, con sus criaturas preferidas
En el seno cansadas y dormidas.
(Madre que marcha aún con el veneno
De los hijos ya muertos en el seno.)
Ni una ciudad de pie.. Ruinas y escombros
Soportará sobre los muertos hombros.
Desde allí arriba, negra, la montaña
La mirará, con expresión huraña.
Acaso el mar no será más que un duro
Bloque de hielo, como todo obscuro.
Y así, angustiado en su dureza, a solas
Soñará con sus buques y sus olas.
Y pasará los años en acecho
De un solo barco que le surque el pecho.
Y allá, donde la tierra se le aduna,
Ensoñará la playa con la luna,
Y ya nada tendrá más que el deseo,
Pues la luna será otro mausoleo.
En vano querrá el bloque mover bocas
Para tragar los hombres, y las rocas
Oír sobre ellas el horrendo grito
Del náufrago clamando al infinito:
Ya nada quedará; de polo a polo
Lo habrá barrido todo un viento solo:
Voluptuosa s moradas de latinos
Y míseros refugios de beduinos:
Obscuras cuevas de los esquimales
Y finas y lujosas catedrales;
Y negros, y amarillos y cobrizos,
Y blancos, y malayos y mestizos,
Se mirarán entonces bajo tierra
Pidiéndose perdón por tanta guerra.
De las manos tomados, la redonda
Tierra, circundarán en una ronda.
Y gemirán en coro de lamentos:
—¡ Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!
—La tierra era un jardín lleno de rosas
Y lleno de ciudades primorosas;
—Se recostaban sobre ríos unas,
Otras sobre los bosques y lagunas.
—Entre ellas se tendían finos rieles,
Que eran a modo de esperanzas fieles,
—Y florecía el campo, y todo era
Risueño y fresco como una pradera;
—Y en vez de comprender, puñal en mano
Estábamos, hermano contra hermano;
—Calumniábanse entre ellas las mujeres
Y poblaban el mundo mercaderes:
—íbamos todos contra el que era bueno
A cargarlo de lodo y de veneno...
—Y ahora, blancos huesos, la redonda
Tierra rodeamos en hermana ronda.
—¡ Y de la humana, nuestra llamarada,
Sobre la tierra en pie no queda nada!
Pero quién sabe si una estatua muda
De pie no quede aún sola y desnuda.
Y así, surcando por las sombras, sea
El último refugio de la idea.
El último refugio de la forma
Que quiso definir de Dios la norma,
Y que, aplastada por su sutileza,
Sin entenderla, dio con la belleza.
Y alguna dulce, cariñosa estrella,
Preguntará tal vez—¿quién es aquélla?
—¿Quién es esa mujer que así se atreve,
Sola, en el mundo muerto que se mueve?
Y la amará por celestial instinto
Hasta que caiga al fin desde su plinto.
Y acaso un día, por piedad sin nombre
Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,
La luz de un sol que viaje pasajero
Vuelva a incendiarla en su fulgor primero,
Y le insinúe:—Oh, fatigada esfera:
¡ Sueña un momento con la primavera!
—Absórbeme un instante: soy el alma
Universal que muda y no se calma...
¡ Cómo se moverán bajo la tierra
Aquellos muertos que su seno encierra!
¡ Cómo pujando hacia la luz divina
Querrán saltar al astro que ilumina!
¡ En vano! ¡ En vano!... ¡ Demasiado espesas
Serán las capas, ay, sobre sus huesas
Amontonados todos y vencidos,
Ya no podrán dejar los viejos nidos
Y al llamado del astro pasajero
Ningún hombre podrá gritar: ¡yo quiero!!..
CUADRADOS Y ÁNGULOS
Casas enfiladas, casas enfiladas
Casas enfiladas.
Cuadrados, cuadrados, cuadrados,
Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
Ideas en fila
Y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima,
Dios mío, ¡ cuadrada!
LA CARICIA PERDIDA
Se me va de los dedos la caricia sin causa,
Se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
La caricia que vaga sin destino ni objeto,
La caricia perdida, ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
Pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
Si estremece las ramas un dulce suspirar,
Si te oprime los dedos una mano pequeña
Que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni la pálida boca,
Si es el aire quien teje la ilusión de besar,
Oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
En el viento fundida, ¿me reconocerás
A los que vivimos en Mar del Plata, a veces se nos hace imposible pasar cerca del mar y no pensar en ella...
link: http://www.youtube.com/watch?v=elFfCLa6wNM
"Comentar es agradecer, pero no viceversa"
PUDIERA SER...
Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
No fuera más que aquello que nunca pudo ser,
No fuera más que algo vedado y reprimido
De familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
Estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
De mi casa materna.. ¡ Ah, bien pudiera ser... !
A veces en mi madre apuntaron antojos
De liberarse, pero, se le subió a los ojos
Una honda amargura, y en la sombra lloró.
y todo eso mordiente, vencido, mutilado,
Todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
Pienso que, sin quererlo, lo he libertado yo.
DOLOR
Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;
Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar
Con las grandes olas, y las rocas muertas,
Y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;
Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear;
Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;
Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;
Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...
Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;
Y, figura erguida, entre c ielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.
MI HERMANA
Son las diez de la noche; en el cuarto en penumbra
Mi hermana está dormida, las manos sobre el pecho;
Es muy blanca su cara y es muy blanco su lecho.
Como si comprendiera, la luz casi no alumbra.
En el lecho se hunde a modo de los frutos
Rosados, en un hondo colchón de suave pasto.
Entra el aire a su pecho y levántalo, casto,
Con su ritmo midiendo los fugaces minutos.
La arropo dulcemente con las blancas cubiertas
Y protejo del aire sus dos manos divinas;
Caminando en puntillas cierro todas las puertas,
Entorno los postigos y corro las cortinas.
Hay mucho ruido afuera; ahoga tanto ruido;
Los hombres se querellan, murmuran las mujeres;
Suben palabras de odio, gritos de mercaderes:
Oh, voces, deteneos: no entréis hasta su nido.
Mi hermana está tejiendo como un hábil gusano
Su capullo de seda: su capullo es un sueño.
Ella con hilo de oro teje el copo sedeño.
Primavera es su vida. Yo ya soy el verano.
Cuenta sólo con quince octubres en los ojos,
Y por eso los ojos son tan limpios y claros;
Cree que las cigüeñas, desde países raros,
Bajan con rubios niños de piececitos rojos.
¿Quién quiere entrar ahora? Oh, ¿eres tú, buen viento?
¿Quieres mirarla? Pasa. Pero antes, en mi frente
Entíbiate un instante; no vayas de repente
A enfriar el manso sueño que en la suya presiento.
Como tú, bien quisieran entrar ellos y estarse
Mirando esa blancura, esas pulcras mejillas,
Esas finas ojeras, esas líneas sencillas.
Tú los verías, viento, llorar y arrodillarse.
Ah, si la amáis un día sed buenos, porque huye
De la luz si la hiere. Cuidad vuestra palabra
Y la intención. Su alma, como cera se labra,
Pero como a la cera el roce la destruye.
Haced como esa estrella que de noche la mira
Filtrando el ojo de oro por cristalino velo:
Esa estrella le roza las pestañas y gira,
Para no despertarla, silenciosa en el cielo.
Volad si os es posible por su nevado huerto:
¡ Piedad para su alma! Ella es inmaculada.
¡ Piedad para su alma! Yo lo sé todo, es cierto,
Pero ella es como el cielo: ella no sabe nada.
ESA ESTRELLA
Esa estrella, la roja, de tal modo escintila
Que quisiera sentirla palpitar en mi pecho...
Silenciosa me quedo en la noche tranquila,
Encogida de miedo, bajo el fúlgido techo.
¡Cómo es roja y pequeña!.. Se me antoja una guinda
Madurada y sabrosa.. Quisiera poseerla,
Redondearla en mis dedos, conocer lo que brinda,
Paladearla en mi boca, con mis dientes morderla.
¡ Oh la fruta divina que crear a Dios plugo!
¿Qué sabor delicioso no tendría su jugo? .
¿Qué perfume selecto no tendría su pulpa?
¡Pobre boca mía, codiciosa del cielo
Pobre boca imprudente que no logra consuelo ,
Pobre boca sedienta, castigada sin culpa
ALMA DESNUDA
Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda, que angustiada y sola,
Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta,
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora, sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva, se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
Con que la primavera nos envuelve.
Alma, que a ratos, suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar dis tancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia,
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega.
Y negando lo bueno el bien propicia,
Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por el oro precioso de una estrella.
LA INÚTIL PRIMAVERA
Veintiocho veces van que yo la veo
Trabajando capullos del rosal;
Llegó cumpliendo, ardiente, mi deseo,
Cuando la tuve, todo ha sido igual:
Preparé un himno y se murió en gorjeo,
Me eché a ser río y terminé canal;
En otra primavera... ¡ devaneo!
Ya está de nuevo y sigo con mi mal..
Veintiocho veces van!... De diez, yo guardo
Memoria triste de aquel paso tardo
Con que los días del invierno van
Hollando el alma para hacerle casa:
¡Veintiocho veces van que inútil pasa!
¿Cuántas, por verla aún, me faltarán?...
EL LEÓN
Entre barrotes negros, la dorada melena
Paseas lentamente, y te tiendes, por fin,
Descansando los tristes ojos sobre.la arena
Que brilla en los angostos senderos del jardín.
Bajo el sol de la tarde te has quedado sereno,
Y ante tus ojos pasa, fresca y primaveral,
La niña de quince años con su esponjado seno: ¿Sueñas
echarle garras, oh goloso animal?
Miro tus grandes uñas, inútiles y corvas;
Se abren tus fauces, veo el inútil molar,
E inútiles como ellos van tus miradas torvas
A morir en el hombre que te viene a mirar.
El hombre que te mira tiene las manos finas,
Tiene los ojos fijos y claros como tú.
Se sonríe al mirarte. Tiene las manos finas
León, los ojos tiene como los tienes tú.
Un día, suavemente, con sus corteses modos
Hizo el hombre la jaula para encerrarte allí,
Y ahora te contempla, apoyado de codos,
Sobre el hierro prudente que lo aparta de ti.
No cede. Bien lo sabes. Diez veces en un día
Tu cuerpo contra el hierro carcelario se fue:
Diez veces contra el hierro fue inútil tu porfía.
Tus ojos, muy lejanos, hoy dicen: ¿para qué?
No obstante, cuando corta el silencio nocturno
El rugido salvaje de algún otro león,
Te crees en la selva, y el ojo, taciturno,
Se te vuelve en la sombra encendido carbón.
Entonces como otrora, se te afinan las uñas,
Y la garganta seca de una salvaje sed,
La piedra de tu celda vanamente rasguñas
Y tu zarpazo inútil retumba en la pared.
Los hijos que te nazcan, bestia caída y triste,
De la leona esclava que por hembra te dan,
Sufrirán en tu carne lo mismo que sufriste,
Pero garras y dientes más débiles tendrán.
¿Lo comprendes y ruges? ¿Cuándo escuálido un gato
Pasa junto a tu jaula huyendo de un mastín,
Y a las ramas se trepa, se te salta al olfato
Que así puede tu prole ser de mísera y ruin?
Alguna vez te he visto durmiendo tristeza,
La melena dorada sobre la piedra gris,
Abandonado el cuerpo con la enorme pereza
Que las siestas de fuego tienen en tu país.
Y sobre tu salvaje melena enmarañada,
Mi cuello, delicado, sintió la tentación
De abandonarse al tuyo, yo, como tú, cansada,
De otra jaula más vasta que la tuya, león.
Como tú contra aquélla mil veces he saltado,
Mil veces, impotente, volvime a acurrucar.
¡ Cárcel de los sentidos que las cosas me han dado!
Ah, yo del universo no me puedo escapar.
Y entre los hombres vivo. De distinta manera
Somos esclavos; hazme en tu cuello un rincón.
¿Qué podrías echarme? ¿Un zarpazo de fiera?
Ellos, de una palabra, rompen el corazón.
ANIMAL CANSADO
Quiero un amor feroz de garra y diente
Que me asalte a traición en pleno día,
Y que sofoque esta soberbia mía,
Este orgullo de ser todo pudiente.
Quiero un amor feroz de garra y diente
Que en carne viva inicie mi sangría,
A ver si acaba esta melancolía
Que me corrompe el alma lentamente.
Quiero un amor que sea una tormenta,
Que todo rompe y lo remueve todo
Porque vigor profundo la alimenta.
Que pueda reanimarse allí mi lodo,
mi pobre lodo de animal cansado,
Por viejas sendas, de rodar, hastiado.
DATE MAS...
A pesar de todo esto donde muero de angustia,
Oigo voces que dicen: date más, date más...
¿Qué más puedo ya darte? A los vientos mi alma,
Para quien la comprenda... a los vientos está.
Algunas voces siguen diciendo todavía:
El alma es poca cosa, date más, date más...
¡Oh!, quisiera yo darte lo que tengo y no tengo,
Pero tú que lo pides, ¿qué es lo que me darás?...
Pequeños somos, hombre, pequeños y menguados;
Ah, por más que yo hable nunca me entenderán.
Vulgares por la calle se me saldrán al paso
Diciéndome sin tregua: ¡ date más, date más!...
Fuera yo inagotable como mina de oro.
Fuera yo inagotable, generoso caudal,
Y oyera a cada paso como dicen las voces
Tranquilas y felices: date más, date más...
¿No sabes lo que arrancan las palabras que arrojo?..
La lengua se té caiga si dices al pasar:
Mujer que das el alma de tan fácil manera...
Es poco lo que ofreces: ¡ date más, date más!
LETANÍAS DE LA TIERRA MUERTA
Llegará un día en que la raza humana
Se habrá secado como planta vana,
Y el viejo sol en el espacio sea
Carbón inútil de apagada tea.
Llegará un día en que el enfriado mundo
Será un silencio lúgubre y profundo:
Una gran sombra rodeará la esfera
Donde no volverá la primavera;
La tierra muerta, como un ojo ciego,
Seguirá andando siempre sin sosiego,
Pero en la sombra, a tientas, solitaria,
Sin un canto, ni un ¡ay!, ni una plegaria.
Sola, con sus criaturas preferidas
En el seno cansadas y dormidas.
(Madre que marcha aún con el veneno
De los hijos ya muertos en el seno.)
Ni una ciudad de pie.. Ruinas y escombros
Soportará sobre los muertos hombros.
Desde allí arriba, negra, la montaña
La mirará, con expresión huraña.
Acaso el mar no será más que un duro
Bloque de hielo, como todo obscuro.
Y así, angustiado en su dureza, a solas
Soñará con sus buques y sus olas.
Y pasará los años en acecho
De un solo barco que le surque el pecho.
Y allá, donde la tierra se le aduna,
Ensoñará la playa con la luna,
Y ya nada tendrá más que el deseo,
Pues la luna será otro mausoleo.
En vano querrá el bloque mover bocas
Para tragar los hombres, y las rocas
Oír sobre ellas el horrendo grito
Del náufrago clamando al infinito:
Ya nada quedará; de polo a polo
Lo habrá barrido todo un viento solo:
Voluptuosa s moradas de latinos
Y míseros refugios de beduinos:
Obscuras cuevas de los esquimales
Y finas y lujosas catedrales;
Y negros, y amarillos y cobrizos,
Y blancos, y malayos y mestizos,
Se mirarán entonces bajo tierra
Pidiéndose perdón por tanta guerra.
De las manos tomados, la redonda
Tierra, circundarán en una ronda.
Y gemirán en coro de lamentos:
—¡ Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!
—La tierra era un jardín lleno de rosas
Y lleno de ciudades primorosas;
—Se recostaban sobre ríos unas,
Otras sobre los bosques y lagunas.
—Entre ellas se tendían finos rieles,
Que eran a modo de esperanzas fieles,
—Y florecía el campo, y todo era
Risueño y fresco como una pradera;
—Y en vez de comprender, puñal en mano
Estábamos, hermano contra hermano;
—Calumniábanse entre ellas las mujeres
Y poblaban el mundo mercaderes:
—íbamos todos contra el que era bueno
A cargarlo de lodo y de veneno...
—Y ahora, blancos huesos, la redonda
Tierra rodeamos en hermana ronda.
—¡ Y de la humana, nuestra llamarada,
Sobre la tierra en pie no queda nada!
Pero quién sabe si una estatua muda
De pie no quede aún sola y desnuda.
Y así, surcando por las sombras, sea
El último refugio de la idea.
El último refugio de la forma
Que quiso definir de Dios la norma,
Y que, aplastada por su sutileza,
Sin entenderla, dio con la belleza.
Y alguna dulce, cariñosa estrella,
Preguntará tal vez—¿quién es aquélla?
—¿Quién es esa mujer que así se atreve,
Sola, en el mundo muerto que se mueve?
Y la amará por celestial instinto
Hasta que caiga al fin desde su plinto.
Y acaso un día, por piedad sin nombre
Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,
La luz de un sol que viaje pasajero
Vuelva a incendiarla en su fulgor primero,
Y le insinúe:—Oh, fatigada esfera:
¡ Sueña un momento con la primavera!
—Absórbeme un instante: soy el alma
Universal que muda y no se calma...
¡ Cómo se moverán bajo la tierra
Aquellos muertos que su seno encierra!
¡ Cómo pujando hacia la luz divina
Querrán saltar al astro que ilumina!
¡ En vano! ¡ En vano!... ¡ Demasiado espesas
Serán las capas, ay, sobre sus huesas
Amontonados todos y vencidos,
Ya no podrán dejar los viejos nidos
Y al llamado del astro pasajero
Ningún hombre podrá gritar: ¡yo quiero!!..
CUADRADOS Y ÁNGULOS
Casas enfiladas, casas enfiladas
Casas enfiladas.
Cuadrados, cuadrados, cuadrados,
Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
Ideas en fila
Y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima,
Dios mío, ¡ cuadrada!
LA CARICIA PERDIDA
Se me va de los dedos la caricia sin causa,
Se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
La caricia que vaga sin destino ni objeto,
La caricia perdida, ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
Pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
Si estremece las ramas un dulce suspirar,
Si te oprime los dedos una mano pequeña
Que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni la pálida boca,
Si es el aire quien teje la ilusión de besar,
Oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
En el viento fundida, ¿me reconocerás
A los que vivimos en Mar del Plata, a veces se nos hace imposible pasar cerca del mar y no pensar en ella...
link: http://www.youtube.com/watch?v=elFfCLa6wNM
"Comentar es agradecer, pero no viceversa"
Tapetum_Lucidum
0 comentarios:
Publicar un comentario