domingo, 30 de junio de 2013




Gente que repentinamente arde en llamas



La Combustión Humana Espontánea ("SHC" por sus siglas en inglés) es un fenómeno en el cual un cuerpo humano, vivo por lo general, comienza a arder repentinamente sin una aparente fuente externa de ignición, tal y como si la causa radicase en el interior del propio cuerpo. Este fenómeno, perteneciente más que todo al ámbito de la Parapsicología, ha recibido diversas explicaciones, desde la primitiva y supersticiosa hipótesis del castigo divino en el cual el incinerado arde como señal del arder eterno que le espera en el infierno, hasta la más actual hipótesis de la mecha, que explica el fenómeno a partir de la propia grasa corporal y de una sutil fuente externa de ignición.

Así mismo, numerosos casos se han reportado desde el siglo XVII; sin embargo, la poca fiabilidad de algunas fuentes, la escases de datos y en general la oscuridad informativa de tales casos, ha hecho que muchos consideren que la SHC no existe y que se trata de un concepto vacío, de un recurso para situaciones en las que resulta difícil esclarecer la verdadera causalidad de los hechos.


Características típicas del fenómeno

La mayoría de casos de SHC no presentan datos forenses o investigación suficiente, e incluso hay algunos en que no consta el nombre de la víctima o la fecha del suceso. No obstante, a partir de los casos con más información, se han podido establecer las siguientes características generales, correspondientes a la presentación "clásica" del fenómeno:

1. Carácter localizado de la combustión: arden el cuerpo y los objetos situados en la proximidad inmediata de éste, cosas como la ropa de la víctima, el o los muebles, la zona del piso cercana (cuando el piso es de material inflamable), etc. Extrañamente, suele suceder a la vez que los objetos situados por arriba de aproximadamente un metro sobre el piso (interruptores, por ejemplo) muestran daño, en tanto que lo mismo no ocurre con los situados por debajo de esa altura.

2. Una especie de "hollín grasiento" suele impregnar la zona del piso alrededor del cuerpo, y a veces también el techo y las paredes.

3. Las quemaduras por SHC suelen ser mucho más severas que las ocasionadas por otras causas; sin embargo, estas quemaduras no se distribuyen uniformemente en el cuerpo, sino que el torso y los muslos son generalmente las zonas más afectadas, resultando relativamente indemnes las extremidades (pies, brazos, y a veces el cráneo, que suele encogerse). Inclusive, a veces la severidad de la combustión es tal, que el cuerpo se reduce a cenizas, incluyendo los huesos...

4. Los casos de SHC casi siempre se dan en recintos cerrados, muy frecuentemente en el dormitorio de la víctima.

5. Siempre hay alguna posible fuente externa de ignición, en la proximidad inmediata de la víctima o simplemente cerca.

6. La víctima suele estar sola y no hay testigos oculares del suceso (por lo que generalmente el cadáver se encuentra pasadas las 6 horas), adicionalmente, esa soledad se da desde horas antes del suceso.

7. Las víctimas presentan con gran frecuencia una serie de patrones: aproximadamente el 80% son mujeres, muchas de ellas con sobrepeso, edad avanzada, alcoholismo, consumo de barbitúricos, presencia de enfermedades crónicas o alguna otra desventaja física que incrementa el riesgo de muerte.

Cosa aparte de los patrones regulares expuestos, es el caso en que los restos de la víctima están esparcidos por las paredes y el piso: entonces estamos ante la llamada "Explosión Humana Espontánea"


La tipología de Garth Haslam

Garth Haslam, uno de los máximos exponentes del tema, ha clasificado la SHC en: Tipo 1: casos fatales. Subtipo 1: quemaduras clásicas. Subtipo 2: combustión con testigos. Subtipo 3: quemaduras selectivas. Tipo 2: casos no fatales. Subtipo 1: llamas misteriosas. Subtipo 2: quemaduras misteriosas. Subtipo 3: humo misterioso.



Según reconoce el propio Haslam, unas tres cuartas partes de los casos son fatales, generalmente del Subtipo1 ("quemaduras clásicas" o "quemaduras de dormitorio"; a su vez, admite que estos tipos de SHC "tienden a ser más fácilmente explicables, haciendo de ellos el foco de atención de los escépticos"; mientras, la combustión con testigos es más valiosa para argumentar la existencia del fenómeno, pero en general sus casos son "pobremente documentados y básicamente inconfirmados".


Explicaciones:

La primera explicación, esgrimida cuando el fenómeno recién comenzó a manifestarse, fue que éste era una especie de castigo divino, en el cual se anticipaba lo que sería el castigo eterno en el lugar donde "el gusano no muere y el fuego no se apaga". Más o menos por ese mismo periodo, un primer intento de explicación racional sugirió que el fenómeno aparecía como consecuencia de niveles elevados de alcohol en la sangre, producidos por la ingesta excesiva de licor. Dejando de lado estas hipótesis, tenemos toda una serie de explicaciones que ha surgido desde entonces hasta nuestros días:

Crímenes:

Aquí se plantea que, al menos una gran parte de los casos de SHC, se debería a criminales que, con el propósito de encubrir el asesinato, han quemado el cuerpo de la víctima, muchas veces transportándolo después a otra locación.

El efecto mecha:

Esta teoría dice que el sujeto se quema a causa de que su propia grasa arde, siempre como consecuencia de que la ropa actúa como una especie de mecha que la hace entrar en combustión, pues ésta se ha encendido por algún agente externo de ignición; pero, una vez que la ropa quema la grasa, ésta empapa la ropa y la ropa arde más, quemando más grasa que a su vez la hace arder más todavía, y así sucesivamente...

Para ilustrar la teoría de la mecha, en 1998 el Dr. John de Haan (del Instituto Criminalístico de California) experimentó con un cerdo muerto, pretendiendo mostrar como un fuego relativamente pequeño basta para consumir por completo un cuerpo, todo gracias a la grasa. Así, el cerdo fue envuelto en una frazada con gasolina a la que se acercó una pequeña llama, y entonces el animal empezó a arder, y ardió por cinco horas hasta que incluso sus huesos se redujeron a cenizas... ¡exactamente como en los casos más supuestamente enigmáticos y sorprendentes de SHC!



Ahora, y sin riesgo a equivocarnos, podemos decir que la teoría del efecto mecha es la mejor explicación racional que existe hasta la fecha. En efecto, el experimento realizado sobre esta teoría permite entender lo siguiente: dada una habitación cerrada y con pobre ventilación, el escaso suministro de oxígeno se consumirá rápidamente, manteniendo una combustión lenta y humeante; el humo ascenderá y se depositará en el techo y la parte superior de las paredes, explicándose así el famoso "hollín grasoso", y, además, la grasa fundida caerá al piso, formando los conocidos depósitos de "sustancia amarillenta y maloliente" que se ven en los casos de SHC; por otra parte, el daño se limitará a los alrededores de la fuente porque, al ser reducida la cantidad de oxígeno en el reciento, no será químicamente posible el inicio de otras combustiones; paralelamente, y dado que el fuego se extiende más fácilmente hacia arriba que hacia los lados, puede explicarse el que, en los casos de SHC, se observe que los objetos más afectados sean los que están por encima del metro sobre el piso. Por último, y si recordamos que casi todas las víctimas de SHC son mujeres y que éstas suelen tener sobrepeso, veremos que la mujer tiene más grasa que el hombre, más aún si tiene sobrepeso, lo cual la convertirá en material idóneo para ser devorado por el fuego, que asaltará con preferencia sobre su torso y muslos, pues es allí donde más se acumula la adiposidad; en tanto que, en las extremidades, no solo habrá menos grasa que consumir, sino que los extremos de éstas no tendrán ropa, o la tendrán en menor medida que las otras zonas; y es que, como sabemos, la ropa es la mecha...


Fuego por descarga estática

Según esta teoría, bajo ciertas condiciones la electricidad estática puede acumularse en el cuerpo humano hasta alcanzar niveles muy elevados, al punto de que una simple chispa bastaría para encender las ropas del sujeto. Lejos de ser una irrealidad lo de la electricidad estática en el cuerpo humano, el fenómeno fue notificado por el profesor Robin Beach del Instituto Politécnico de Brooklyn, quien creía que algunas personas podían acumular suficiente electricidad estática como para encender materiales inflamables únicamente a través del contacto.

Explosiones mitocondriales

Esta extraña teoría, elaborada por John E. Heymer en su libro de 1996 titulado The Entrancing Flame, parte del "hecho" de que la mayoría de víctimas de SHC son personas solitarias que supuestamente entran en trance inmediatamente antes de la incineración, cosa que es importante porque, supuestamente debido a un conjunto de desequilibrios emocionales, se iniciaría, justo en estos momentos previos de trance, un proceso psicosomático en el que el oxígeno y el hidrógeno inician una reacción en cadena expresada en términos de "explosiones mitocondriales". Sin embargo, aquí resulta muy adecuada la crítica que Ian Simmons le hizo a Heymer, según la cual éste: «Parece estar bajo la ilusión de que el hidrógeno y el oxígeno existen como gases en la mitocondria celular y por lo tanto vulnerables a la ignición, que de hecho, no es el caso.»

El pyroton



El director de la Parascience International e investigador privado, Larry Arnold, ha dedicado gran parte de su labor a esclarecer la controversia sobre la combustión espontánea. En su libro de 1995 titulado ¡Ablaze!, Larry conjetura la existencia de una partícula subatómica emitida a través de rayos cósmicos: el pyroton. Éste normalmente pasaría a través del cuerpo humano sin interactuar con él, tal y como un neutrino. Sin embargo, si se llegase a dar la "matemáticamente milagrosa" colisión entre un pyroton y un núcleo celular, se desataría una reacción en cadena que volvería escombros al cuerpo del infortunado receptor de tal singularidad... Pero, tal y como hiciera con John E. Heymer, Ian Simmons no pudo evitar sus objeciones y dijo: «No hay, sin embargo, ninguna evidencia para tal partícula, e inventarla simplemente para explicar la combustión espontánea no es buen candidato para explicar el fenómeno.»

La cetona

La cetosis es una situación metabólica en la cual, a falta de suficientes carbohidratos para usarse como fuente de energía, el organismo, mediante unos compuestos conocidos como "cuerpos cetónicos", degrada las grasas hasta convertirlas en una sustancia utilizable como fuente de energía: la acetona. Ahora bien, el problema es que las cetonas son inflamables, y la acetona es un tipo de cetona; por lo cual, según Brian J. Ford, ésta podría dar lugar a un episodio de SHC. No obstante, entre los inconvenientes de la teoría está el hecho de que una gran parte de las víctimas de SHC tienen sobrepeso y, como bien sabemos, es muy difícil que alguien con sobrepeso carezca de suficientes carbohidratos como para entrar en cetosis...

Los vapores internos

El biólogo David Pescod cree que la SHC puede ser causada por la acumulación de gases en el cuerpo humano: de este modo, si los gases de los compuestos de fósforo llegan a entrar en contacto con el oxígeno (esto es muy improbable), el oxígeno actuará como agente ígneo externo, y la SHC se desatará.

Actividad geomagnética

Esta teoría parte del supuesto hecho de que la mayoría de casos de SHC han ocurrido en sitios donde se manifiesta un pico de actividad geomagnética. Entonces, y a través de mecanismos que no se explican bien en ninguna de las fuentes donde esta teoría se expone, dicha actividad geomagnética abriría un marco en el que interactuarían condiciones astronómicas, fuerzas magnéticas, fuerzas telúricas y estados anímicos del afectado, dando por resultado un episodio de SHC...

Microondas del espacio exterior

Tal y como el subtítulo indica, el planteamiento aquí es que existen ciertos campos de microondas provenientes del espacio exterior, los cuales supuestamente entrarían en contacto con el organismo, provocando la SHC.

Rayos globulares

Los rayos globulares son esferas flotantes de electricidad, cuya existencia se ha comprobado y se sabe que pueden provocar incendios. Según esta teoría evidentemente absurda, un rayo globular sería el culpable de la SHC; aunque, como bien sabemos, la SHC ocurre en recintos cerrados y los rayos globulares son extremadamente inusuales, así que tendría que darse uno de estos rayos, el rayo tendría que entrar, quemar a la persona y no afectar demasiado al resto del recinto...

Poltergeist incendiarios y espíritus



Se sabe de ciertos poltergeist en los que determinados objetos han entrado en combustión espontánea, la cual podría estar provocada por los espíritus del poltergeist; esto, claro está, presuponiendo que los espectros y no otra cosa constituyen la causa del fenómeno poltergeist. Un ejemplo sobre la posibilidad de esto es el poltergeist de Logrosán, ocurrido en España durante 1982; en él, según nos relata Mado Martínez en su artículo: ‹‹volaban sandías, se incendiaban jamones por combustión espontánea, siniestras sombras atravesaban paredes.››
Por otro lado, en lo que respecta a explicar la SHC, algunos han centrado su atención en los espíritus como tales, antes que en el poltergeist. Un ejemplo lo constituyen los investigadores de la Spiritual Science Research Foundation, un instituto hindú de investigaciones parapsicológicas y espirituales, en el que los resultados de las investigaciones son comúnmente expresados en términos que implican la afirmación de nociones propias de la teología del Hinduismo, tal y como puede verse en el fenómeno de la SHC; el cual, al menos en muchos de sus casos, estaría causado, en la opinión de estos investigadores, por poderosos espíritus llamados "māntriks" o "hechiceros sutiles".


El suicidio psíquico

Esta explicación, aunque fantasiosa, tiene un aire de racionalidad. Concretando, su planteamiento es que determinadas personas, inconscientemente y a través de un considerable poder mental, escaparían de sus crisis emocionales o de otro tipo a través de un suicidio psíquico que estribaría en elevar la temperatura corporal hasta producir una combustión que, una vez iniciada, sería irreversible.

Algo de historia

Antes de comenzar, cabe advertir que muchos de los casos, supuestamente documentados, lo son únicamente entre comillas, pues vienen de segunda, tercera o cuarta mano, careciendo a veces de datos tan importantes como el nombre de la víctima, la fecha del suceso, etcétera.

Aclarado lo anterior, tenemos que el primer caso con fecha conocida se registra en 1673, teniendo como protagonista a un ciudadano anónimo y alcohólico de parís; el cual, según expone Garth Haslam, "fue reducido a una pila de cenizas y unos pocos huesos de los dedos, pero la cama de paja en la que murió quedó intacta". Antes de este caso, supuestamente hubo otro en 1662, pero no hay detalles del mismo.

Tiempo después, alrededor del año 1731 se dio el famoso caso de la condesa Cornelia di Bandi de Cesena, mujer de 62 años cuyos restos fueron encontrados en su dormitorio, no siendo más que una triste pila de cenizas "que dejaban en la mano una humedad grasienta y maloliente", y en la cual, penosamente, se distinguían relativamente intactas las piernas, los brazos y el cráneo. Además, las paredes de la habitación tenían el clásico hollín, y el suelo estaba cubierto de una sustancia grasienta.

Entre los siglos XVIII y XIX los casos escasearon, pero entre ellos resaltó el de la Sra. Peacock, acontecido antes de 1809, en una fecha que no se ha podido especificar. Según se supo, a eso de las dos de la madrugada, los restos carbonizados de la Sra. Peacock empezaron, a través de un hoyo en el quemado suelo de madera, a escurrirse por el suelo, en una suerte de macabro goteo sobre la habitación del vecino, quien hasta ese momento yacía en paz, durmiendo hasta que los viscosos restos cayeron sobre él...



Tras el caso de la Sra. Peacock, el tema de la SHC permaneció en la penumbra hasta el 2 de julio de 1951, fecha en la cual, dentro de Petersburg (Florida/USA), la obesa viuda de 67 años, Mary Reeser, fue encontrada vuelta cenizas en su apartamento. Wilton M. Krogman, antropólogo físico de la Universidad de Pensilvania y experto mundialmente reconocido en el ámbito de los efectos del fuego sobre el cuerpo humano, no pudo, al menos al comienzo, mostrar más que desconcierto ante el caso de Mary Reeser, sobre el cual se expresó en estos términos: ‹‹No puedo concebir una cremación tan completa sin que hubiera ardido completamente todo el apartamento (...). Lo considero la cosa más increíble que he visto (...). Si estuviéramos en la Edad Media, pensaría que se trata de Magia Negra››. Posteriormente Krogman se retractó de su asombro inicial y, debido a la falta de conocimientos científicos de la época, creó la rebuscada teoría de que Mary Reeser fue asesinada, quemada en otro lugar, y transportada finalmente a su casa, donde el asesino empleó un equipo portátil para generar calor, agregando los últimos detalles a la pretendida escena de SHC...

Posteriormente aparecerían otros casos también famosos, como el del cirujano John Irving Bentley de 92 años de edad en 1966, el de Henry Thomas de 73 años en 1980, o el del bombero retirado George Mott de 58 años en 1986, entre otros.

Pasando a los números, una estadística bastante aceptada dice que en los años 50 se dieron 11 casos, en los 60 se dieron 7, en los 70 se dieron 13, y en los 80 se dieron 22. Sin embargo esta estadística carece de rígor, ya que toma en cuenta tanto los casos bien documentados como los casos mal documentados, los confirmados como los no confirmados, y así... Por ello, en una línea de mucho mayor rígor investigativo, dentro de su Spontaneous Human Combustion; Brief Reports in Chronological Order, Garth Haslam describe apenas 53 casos en lo que va del siglo XVII hasta 1982, de los cuales califica a 20 como sustentados sobre "datos desconocidos o inseguros".
Por último, y ya mirando a la actualidad, un caso bastante reciente (y que ha causado mucho revuelo) es el de Michael Faherty de 76 años, quien supuestamente murió de SHC un 22 de diciembre del 2010 en Clareview Park, en Ballybane, Irlanda. Según se supo, los forenses encontraron el cadáver de Michael cerca de la estufa, y no existía signo alguno que permitiera hablar de asesinato o suicidio, así como tampoco había sustancias inflamables cerca: únicamente estaba el cuerpo carbonizado, al igual que las áreas del techo y del suelo situadas justamente por arriba y por debajo del mismo. El caso era realmente inquietante, al punto de que, con los conocimientos científicos que ahora se tienen, el Dr. McLoughlin consultó libros, investigó, y no pudo sino catalogar el caso de "combustión espontánea"


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