miércoles, 19 de junio de 2013


SUBESTIMAR LA VOLUNTAD POPULAR


La Justicia, hasta ahora ciega, a partir de ahora tendrá que taparse la cara de vergüenza cada vez que un ciudadano sin recursos acuda a ella.

La Corte Suprema acaba de declarar la inconstitucionalidad de la elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura. Los rumores presagiaban este resultado que, más allá de las cuestiones técnicas que quedarán flotando en torno a la interpretación definitiva que cabe a la Corte como intérprete de nuestra carta magna, nos impone meditar sobre el retroceso que importa a la hora de tensar la madurez popular.
Se escribirá demasiado a favor y en contra del pronunciamiento, pero lo que no debemos pasar por alto es lo esencial, y lo esencial es que esta Corte ha decidido coartar la voluntad popular. Con su fallo, sin que aun hayan trascendido los fundamentos jurídicos que lo sostienen, entendió que este momento histórico no es el apropiado para que sea el pueblo, con su voto, quien elija a los integrantes del Consejo de la Magistratura, sean estos, jueces, abogados o académicos.
¿Acaso somos inmaduros en opinión de la Corte para elegir magistrados, abogados y académicos?
La cuestión medular, en esta instancia, ya no pasa por la constitucionalidad de una norma sino por una instancia superior, esto es, la capacidad soberana de un pueblo para elegir a sus representantes, por supuesto articulada en debida forma y en consonancia con la letra constitucional que además, en nada se le opone. Lo que el fallo consagra es la subestimación de esa capacidad, porque al negar la elección popular impide vehiculizar la representación a través del canal orgánico por excelencia que es el partido político, ello de conformidad con lo preceptuado por el artículo 38 de la CN.
Reducir el fallo de los supremos a otro round del enfrentamiento entre la decisión política de un gobierno nacional y popular y los intereses inexpugnables de la corporación judicial, es caer en el juego al que quieren conducirnos los poderes fácticos. Solo la construcción de mayor poder popular podrá llevar adelante una mayor ampliación de derechos.
La Corte ha decidido no acompañar un proceso de construcción de mayor poder popular. Esta decisión que podrá no gustar la define aferrada a un límite, esto es, la fría letra de un texto que, como fiel guardiana, teme sea "manoseado" por representantes de la voluntad popular.
Teníamos la oportunidad de seguir abriendo caminos de mayor ampliación de derechos, mayor participación ciudadana, pero estas herramientas en manos del pueblo son leídas con celo mezquino.
El pueblo es inmaduro. Lo piensan. Que increíble. En otras épocas, más oscuras, esa inmadurez que se le achacaba era un argumento para privarlo de acceder a un film que lo tenía como protagonista de sus propias luchas. Hoy, luego de haber transitado la etapa de mayor madurez popular de los últimos años, una etapa de construcción cultural de la esperanza, que no es poco, se le infringe un golpe bajo y se lo hace desde el máximo órgano de interpretación de nuestra Constitución.
Ellos tan apegados a las formas no leen estas cuestiones. Han cumplido un rol constitucional. Quizás les baste para estar a tono con sus conciencias, pero de seguro, la generación que viene transitando y construyendo un país distinto, les demandará una sintonía más acorde con los desafíos que se avecinan, desafíos en pos de una justicia legítima, con mayores niveles de distribución de la riqueza, con mas inclusión social, con mas igualdad.

Jorge Dossi – 18-06-2013

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