lunes, 3 de febrero de 2014

El jefe de Gabinete culpó a los ahorristas "poco solidarios" por la crisis. En 2001, el expresidente había relizado un planteo parecido.
Como De la Rúa, Capitanich criticó a los "avaros&quot
La visita de Jorge Milton Capitanich al programa ultraoficialista 6, 7, 8 tuvo varias frases sobresalientes: una que casi pasó desapercibida fue la idea de que el ahorro "promueve la avaricia".

El jefe de Gabinete intentaba justificar la quita de subsidios a quienes compran dólares para atesoramiento y criticar a los que ahorran en lugar de reinvertir en el país.

"En Argentina el ahorro es superior a la inversión. Porque la gente lo deposita en un activo dolarizable, como la silobolsa, o lo toma debajo del colchón y no lo vuelca al circuito productivo", explico el chaqueño. Y continuó: "Fíjese si eso no es una conducta de caracter especulativo, que promueve la avaricia, y que en definitiva es una actitud poco solidaria con el conjunto de los argentinos".

La opinión resulta curiosa. No sólo porque parece contradecir un principio económico básico del capitalismo, que el ahorro es la base de la fortuna. Sino también porque, de ser cierta, convertiría al funcionario en un avaro de los que tanto cuestiona. Capitanich tiene un patrimonio de 3.446.395 de pesos, de los cuales 2.185.173 estaban depositados en un plazo fijo y 111.537 en efectivo, según su última declaración jurada, de diciembre de 2012.

Pero además, la frase emparenta al jefe de ministros con otro político, uno con el que quizás no querría ser comparado: el expresidente Fernando de la Rúa, que el 17 de noviembre de 2001 proclamó que los argentinos estaban "con demasiado espíritu ahorrativo, esperando para hacer el gasto".

El entonces mandatario atribuía la crisis a "el excesivo endeudamiento, que influye en la disponibilidad del crédito y altas tasas de interés a la devaluación del real, a la apreciación del dólar y a la depreciación del euro en los últimos tiempos"."Lamentablemente se sumaron también en los últimos tiempos, análisis negativos de la situación argentina y se generó desconfianza en el país", agregó.

Claro que cuando De la Rúa pronunció esas palabras, la situación era muy distinta a la actual: las reservas líquidas del Banco Central habían caído a 17.600 millones de dólares, el desempleo se ubicaba en 18,3 por ciento, el 35 por ciento de los argentinos estaba por debajo de la línea de pobreza y el 12,2 por ciento era indigente. La inflación, eso sí, no era un problema: en noviembre de 2001, los precios habían caído 1,5 por ciento respecto del año anterior.

"Realmente no he querido hacer una simplificación de nuestros problemas. Si se ha tomado así, lo lamento mucho", se excusó el cordobés al día siguiente, tras las repercusiones negativas de su frase. Luego explicó que quiso decir que "es necesario pasar en nuestro país del pesimismo al optimismo, de la desconfianza a la confianza, y que cuando esto cambie retomaremos el camino del crecimiento". Resta esperar para ver si Capitanich ofrece unas disculpas parecidas.

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