Es de todos conocido el 'amor' y la devoción que tienen algun@s por su teléfono móvil, pero lo de este muchacho germano de 16 años no tiene parangón. El joven presuntamente instaló dos bombas eléctricas para secar un pequeño lago de recreo ante la negativa del dueño del idílico paraje de contratar buzos para recuperar el 'preciado botín'. ¡¡¡Ni que fuera el Costa Concordia!!! Si hace eso por un smartphone (y su agenda de contactos), ¿qué será capaz de 'maquinar' por otros motivos?
El rocambolesco 'caso del móvil submarino' comenzó cuando al joven se le cayó por un descuido su fastuoso teléfono (valorado en unos 150 euros) a las tranquilas aguas de una charca particular en Meppen (Baja Sajonia). Tras unas pesquisas, localizó a su dueño, Hans-Hermann Kremer, de 52 años, a quién le pidió con urgencia que buscara a un equipo de buzos para encontrar el aparatito. "Él (chico) comentó que el dinero no era un problema, que su madre correría con todos los gastos", declaró el hombre a un medio local. Pero Kremer consideró el plan totalmente absurdo y dio la charla por acabada. Un error fatal que le costaría muy caro pocas horas después.
Como las razones del propietario no convencieron a 'Mr. Mobile', decidió pasar a la acción inmediatamente. Con dos amigos, aunque todavía no está demostrado, instalaron dos bombas para desecar la pequeña laguna. Dos aparatitos de 230V para sacar… ¡¡¡1.800.000 litros de agua!!! Pero, ¿en qué estaban pensando estos chicos? Que se creían que vaciar un estanque de 80 metros de largo, 15 de ancho y casi dos de profundidad es como quitar el tapón del fregadero.
El 'terceto del drenaje' desarrolló un trabajo perfecto si exceptuamos que uno de la gomas desaguaba directamente en un inodoro portátil del señor Kremer. No doy más detalles, el 'tsunami de heces' ya estaba servido. Al inyectar líquido sin control en un pozo negro, en pocos minutos, el servicio se convirtió en un pequeño géiser. Si lo ve el protagonista de Pozos de ambición se cree que ha encontrado petróleo, eso sí, con un olor más nauseabundo.
En cuanto a la otra bomba, transformó el precioso paisaje colindante en la ciénaga de Shrek. Me imagino la cara de Mr. Kremer al pillar a los 'pícaros' con las manos en la masa y negando categóricamente que ellos hubieran instalado 'el equipo de destrucción'. El caso es que la correría nocturna va a salir por un ojo de la cara, ya que al desastre ambiental causado presuntamente por los jóvenes (lluvia de heces), hay que sumarle unos daños valorados en cerca de 4.000 euros y un delito de robo de electricidad (conectaron el equipo a la red del propietario del lago). ¿Tendrá suficiente dinero la madre del joven para pagar tal despropósito?
Y como en todo final de guión absurdo que se precie, el muchacho no recuperó el móvil.
El rocambolesco 'caso del móvil submarino' comenzó cuando al joven se le cayó por un descuido su fastuoso teléfono (valorado en unos 150 euros) a las tranquilas aguas de una charca particular en Meppen (Baja Sajonia). Tras unas pesquisas, localizó a su dueño, Hans-Hermann Kremer, de 52 años, a quién le pidió con urgencia que buscara a un equipo de buzos para encontrar el aparatito. "Él (chico) comentó que el dinero no era un problema, que su madre correría con todos los gastos", declaró el hombre a un medio local. Pero Kremer consideró el plan totalmente absurdo y dio la charla por acabada. Un error fatal que le costaría muy caro pocas horas después.
Como las razones del propietario no convencieron a 'Mr. Mobile', decidió pasar a la acción inmediatamente. Con dos amigos, aunque todavía no está demostrado, instalaron dos bombas para desecar la pequeña laguna. Dos aparatitos de 230V para sacar… ¡¡¡1.800.000 litros de agua!!! Pero, ¿en qué estaban pensando estos chicos? Que se creían que vaciar un estanque de 80 metros de largo, 15 de ancho y casi dos de profundidad es como quitar el tapón del fregadero.
El 'terceto del drenaje' desarrolló un trabajo perfecto si exceptuamos que uno de la gomas desaguaba directamente en un inodoro portátil del señor Kremer. No doy más detalles, el 'tsunami de heces' ya estaba servido. Al inyectar líquido sin control en un pozo negro, en pocos minutos, el servicio se convirtió en un pequeño géiser. Si lo ve el protagonista de Pozos de ambición se cree que ha encontrado petróleo, eso sí, con un olor más nauseabundo.
En cuanto a la otra bomba, transformó el precioso paisaje colindante en la ciénaga de Shrek. Me imagino la cara de Mr. Kremer al pillar a los 'pícaros' con las manos en la masa y negando categóricamente que ellos hubieran instalado 'el equipo de destrucción'. El caso es que la correría nocturna va a salir por un ojo de la cara, ya que al desastre ambiental causado presuntamente por los jóvenes (lluvia de heces), hay que sumarle unos daños valorados en cerca de 4.000 euros y un delito de robo de electricidad (conectaron el equipo a la red del propietario del lago). ¿Tendrá suficiente dinero la madre del joven para pagar tal despropósito?
Y como en todo final de guión absurdo que se precie, el muchacho no recuperó el móvil.
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