sábado, 1 de junio de 2013





En el mundo del fútbol circulan ciertos enunciados que se repiten como si fuesen verdades absolutas, aunque cuando se los coloca bajo la lupa para determinar si realmente se cumplen, generalmente el resultado es negativo. Un ejemplo claro es el dicho que reza que dos cabezazos en el área son gol y la realidad es que no hay certeza alguna que tras dos golpes de cabeza adentro del área venga un tanto. Algo similar sucede con aquella creencia instalada que los chicos ganan partidos y los grandes campeonatos o que los jugadores experimentados son lo que salvan a los equipos de las situaciones complicadas, aunque aquí también hay excepciones: San Lorenzo e Independiente.

El equipo de Boedo comenzó el campeonato con la necesidad de sumar puntos para no complicarse con la zona del descenso y apostó por los jugadores más experimentados, aunque en las primeras nueve fechas solamente ganó 2 partidos, empató 4 y perdió 3. El enganche Alan Ruíz fue el único joven que tuvo más de una participación durante ese período, mientras que Héctor Villalba apareció en la derrota por goleada ante Racing (4-1), marcando el único tanto del Ciclón.

La caída ante la Academia, en la fecha 9, fue un quiebre en la apuesta de Juan Antonio Pizzi. Tras ese encuentro decidió darle más lugar a los chicos y entonces empezaron a repetirse los nombres de Villalba y Ruíz, sumados a Leandro Navarro, Ángel Correa y Gonzalo Verón. Juntos le dieron un vuelco al juego de San Lorenzo y conquistaron, entre todos, 9 goles que permitieron la racha actual de 6 encuentros sin derrotas, con 5 ganados (los últimos 4 de forma consecutiva) y 1 empatado. Hoy el descenso es parte del pasado y la ilusión de llegar al título si alguno de los de arriba deja puntos en el camino, una posibilidad cierta.

Por el lado del Rojo, el campeonato arrancó con el objetivo de salir de la zona de descenso y pasaron 10 fechas hasta que alcanzó una racha sin caídas. Durante la primera parte del torneo, el único chico que jugó casi todos los partidos fue Leonel Miranda, un habilidoso volante que tuvo su mejor momento en el clásico ante Racing, cuando marcó el primer gol de aquel triunfo por 2 a 0. Esporádicamente y más por necesidades puntuales del momento que por convicción, aparecieron Contrera y Ojeda en la defensa, aunque apenas estuvieron un par de juegos.

Se fue Gallego y llegó Miguel Brindisi, quien en su primer partido, ante Rafaela por la fecha 10, le ratificó la confianza a los experimentados, aunque la derrota y principalmente la forma en la fue vencido lo hicieron replantearse la formación. A partir del siguiente encuentro nombres como los de Miranda, Fernández, Lucas Villalba, Fernando Godoy y Federico Mancuello, estos últimos con más experiencia pero que no venían jugando, se hicieron algo habitual y los resultados llegaron: 3 victorias y 2 empates. Los 11 puntos conseguidos sobre los últimos 15 disputados cambiaron drásticamente el panorama de un equipo que estaba casi descendido a otro que ahora tiene grandes chances de quedarse en la categoría.

San Lorenzo e Independiente transitan actualidades diferentes pero ambos comenzaron la reconstrucción después de apostar por los pibes, valores genuinos del club que le dieron frescura, velocidad, dinámica, movilidad y la siempre necesaria cuota de rebeldía al juego de cada uno para demostrar que con el apoyo suficiente pueden generar lo mismo o más que aquellos que llevan recorrido un largo camino en el fútbol.

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