martes, 27 de agosto de 2013






La sacarina se creó como pintura antiocorrosiva, mientras que la plastilina se ideó como un producto para limpiar los residuos del carbón. Muchos errores en la historia terminaron siendo grandes inventos.

Muchos de los productos o servicios que utilizados han sido creados sin querer y con un propósito totalmente distinto al principio. Y los inventores pueden estar años desarrollando una idea, hasta que una casualidad, un accidente o un suceso les entrega una nueva perspectiva, que finalmente se convierte en un útil error para el resto del mundo.




El enojo y las papas fritas:


A principios de 1850, George Crum era considerado uno de los mejores chefs del mundo. Tanto, que se dice que su habilidad era la de tomar cualquier cosa comestible y convertirlo en un manjar de reyes, por lo que el hotel donde trabajaba se hizo conocido y atrajo multimillonarios y famosos de la época.

Sin embargo en 1853, uno de los huéspedes se quejó por el grosor, la humedad y suavidad de las papas, por lo que exigió que le cambiaran el plato por uno bien hecho. Esto desató la ira de Crum, quien cortó las papas más delgadas de lo habitual, las introdujo en aceite más tiempo de lo acostumbrado y le echo aún más sal, esperando que el comensal odiara el invento. Su plan fracasó y la persona pidió un segundo plato hecho de la misma forma.

Su éxito fue inmediato en Nueva Inglaterra, y el chef abrió su propio restaurante.






Rayos X, y la mano de la esposa:


Cerca del año 1900, los científicos habían descubierto las ondas de radio y la radiación. Fuerzas que aunque no se podían ver, sí estaban presentes y era posible comprobarlo mediante instrumental técnico. Estos fenómenos inexplicables llamaron la atención del físico alemán Wilhelm Röntgen, quien comenzó a experimentar con rayos catódicos y gas tal como ocurre hoy con los tubos fluorescentes.

En una se sus sesiones el físico hizo correr electricidad a través del gas y el tubo comenzó a brillar, pero no fue lo único. Un producto químico había dejado un rastro en un cartón negro que se supone, debió impedir que la luz se escapara. Lo llamó "X", por desconocido.

Luego de entender el proceso y mejorarlo, "fotografió" la mano de su esposa, manifestando que "he visto mi propia muerte".






El dulzor de la sacarina en las manos:


En 1870, el químico ruso Constantin Fahlberg trabajaba en un derivado del alquitrán de hulla (utilizado hoy como o recubrimiento o pintura anticorrosiva), y ver sus reacciones con compuestos como el amoníaco, cloro y fósforo. En la cena, notó que sus dedos extrañamente tenían un sabor dulce, provocado por la caída accidental de una de las mezclas experimentales sobre sus manos.





El resbaladizo teflón:


En medio de un experimento nocturno, el químico Roy Plunkett tenía la intención de combinar gas tetrafluoroetileno con ácido clorhídrico. Lamentablemente se le hizo tarde y al volver al otro día, vio cómo el gas que había presurizado en bidones desapareció, aunque éstos pesaban lo mismo. Al averiguar la razón, se le ocurrió cortar los bidones, observando que el gas se había solidificado en los costados, generando una superficie resbaladiza. Así, comenzó a experimentar hasta descubrir que el nuevo material resistía hasta los químicos más corrosivos.

En 1945 Plunkett patentó su producto bautizándolo como Teflón. Sin embargo, fue el ingeniero francés Marc Grégoire quien lo desarrolló para utensilios de cocina, gracias a una sugerencia de su esposa.






Plastilina, el producto limpia hollín:


Cuesta creer que aunque actualmente se utiliza como juego de niños, la plastilina fue ideada en un principio como un producto para la limpieza. Joseph McVicker, se dedicaba a limpiar las paredes de los hogares del hollín utilizando un compuesto creado por su compañía, cuando el carbón era el material más utilizado para calefaccionar las casas antes de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, con el fin del conflicto la compañía cayó en la bancarrota.

Pero en el transcurso de 5 años, todo cambió. A inicios de 1950, McVicker se dio cuenta que su hermana utilizaba el material de limpieza en su escuela como plastilina, y decidieron emplear el compuesto como un juguete no tóxico para niños. En 1955, los hermanos comenzaron a comercializar el producto en escuelas y guarderías. Hasta hoy, muchos de los ingredientes son desconocidos.






Súperpegamentos:


El pegamento super poderoso o cianoacrilato fue descubierto mucho antes que se hiciera conocido masivamente. Aunque en un principio las intenciones del investigador Harry Coover fueron utilizarlo como material para armamento militar y otras aplicaciones, su viscosidad y capacidad para pegar todo impedían cualquier uso práctico. Esto, hasta que se dio cuenta que el compuesto no requería de calor o presión para unir a dos materiales. Fue entonces, cuando decidió utilizar la sustancia en distintos artículos, comprobando que en su gran mayoría quedaban fusionados de forma permanente.





Corn Flakes:


William y John Kellogg buscaban un alimento liviano para vegetarianos. Ambos tenían experiencia en nutrición y salud, y su objetivo era un sustituto del pan común, lo que les llevó a hacer ebullir el trigo para la masa. Pero se les pasó el tiempo de cocción y estuvo hirviendo por demasiado tiempo, por lo que se separó en escamas planas y grandes. Luego utilizaron maìz en vez de trigo, y le agregaron azúcar. Esta experimentación con diferentes sabores dulces hizo que John dejara la compañía cerca de 1920, argumentando que iba exactamente al contrario del propósito inicial.





El Velcro, ¿creado por la Nasa?


George de Mestral, un ingeniero eléctrico suizo, salía con su perro a jugar todas las tardes. Luego de observar la gran habilidad de los conocidos cadillos para adherirse al pelaje del can y su propia ropa, decidió examinar los pequeños ganchos contenidos en sus púas y comenzó a experimentar con distintos materiales para conseguir el mismo efecto de forma artificial, algo que logró en 1955.

Luego de presentar el material sin mayor éxito en desfiles de moda, la Nasa lo adoptó para sus misiones de gravedad cero en 1960, por lo que comúnmente se cree que fue la agencia espacial estadounidense la creadora de este material.






Goodyear y el caucho vulcanizado:


Charles Goodyear estuvo años tratando de solucionar los problemas del caucho natural, popular en la década de 1830. Al llegar al invierno y con temperaturas bajo cero, éste se congelaba y agrietaba, y en el verano se convertía en una goma pegajosa. En este último caso, intentó utilizar diversos químicos para secar pero nada funcionó. Producto de varias deudas contraídas en sus experimentos, cayó en la cárcel, donde continuó con sus investigaciones.

Ya en libertad, entró a una tienda para mostrar sus productos, que contenían azufre para acelerar el secado. En la explicación al vendedor, soltó el material y éste cayó en una estufa caliente. Al examinarla, ésta no estaba derretida, sino que carbonizada, además de mantenerse elástica.

La misma historia tiene una variación más conocida, que cuenta que Goodyear apagó sin querer las luces de su laboratorio y derramó el contenido de sus frascos con azufre, plomo y caucho en una estufa caliente, obteniendo el caucho vulcanizado luego de probar el nuevo material en temperaturas bajo cero.

Lo que sí se sabe, es que sin finalizar su lucha por patentes, Goodyear falleció endeudado y sin lograr su objetivo. La compañía lleva su nombre en su honor.






El horno de Microondas, y la barra de chocolate:


Todo comenzó con el radar, tecnología utilizada en la Segunda Guerra Mundial para detectar aviones, submarinos y barcos enemigos. Este proceso había sido desarrollado por Percy Spencer, un científico de la compañía Raytheon, quien experimentó con una nueva clase de magnetrón, un tubo que genera energía para alimentar el radar. Sólo había que mejorar el magnetrón, y lo logró gracias a una barra de chocolate.

En medio de sus experimentos, Spencer se dio cuenta que el chocolate en sus bolsillos comenzó a reaccionar a las microondas. Inició sus pruebas con distintos alimentos como granos de maíz, y luego de darse cuenta de su éxito, sólo bastó con fabricar un recinto seguro, creando el horno de microondas. Fue presentado al público en 1967.






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