viernes, 9 de agosto de 2013


Juan Matías Díaz empezó a ganarse la medalla plateada arriba de los colectivos, juntando moneda tras moneda para poder cumplir su sueño. Y lo logró: el karateca sordomudo cordobés fue subcampeón en las Sordolimpíadas que se disputaron en Sofía, Bulgaria. "Estoy muy feliz. Tanto sacrificio tuvo su recompensa. El destino me premió", le dijo a Clarín.com el joven que, además de entrenarse todos los días, vende alfajores en los ómnibus de Córdoba para poder sobrevivir.

La carrera deportiva de Juan cambió después de que se publicara su historia, allá por septiembre del año pasado. En aquel entonces, este chicosólo recibía una beca del gobierno cordobés pero, tras la publicación de Clarín, pudo sumar algunos sponsors y otros aportes para entrenarse con mayor tranquilidad.

Así y todo, él nunca alteró su rutina. Todas las mañanas, de 7 a 12, el ahora atleta plateado continuó recorriendo Córdoba arriba de los colectivos y vendiendo alfajores. "Lo hago desde los 14 años y no voy a cambiar. Me gusta venderle a la gente aunque por supuesto que me gustaría trabajar de otra cosa", aclara el subcampeón de 32 años, que quedó sordomudo a los 7 años a raíz de un accidente doméstico.

La categoría en la que Díaz se consagró subcampeón fue Kumite (combate) -67 kilos. Perdió la final ante Mohammad Khodayar, pero así Argentina ganó por primera vez en su historia una medalla de plata en deportes para sordos.

El nuevo héroe silencioso llegó este viernes a Córdoba y poco después de su arribo fue distinguido y agasajado en la Agencia Córdoba Deportes por su reciente logro. Su mensaje está más que claro: para ser un verdadero campeón, a veces, no es necesario salir primero.


El karateca sordomudo que vende alfajores en los colectivos para poder ir al Mundial


Son las 10 de la mañana y Juan Matías Díaz, de 32 años, lleva dos horas arriba del colectivo. Yendo y viniendo. Una y otra vez. Con su cajita de alfajores como tesoro. Igual que ayer. Igual que hace 18 años. Es que el bolsillo aprieta y no puede relajarse. Tampoco se lo permite la casa, esa que está construyendo con sus propias manos en una humilde barriada de Saldán, en las afueras de Córdoba capital. Ni la urgencia por cumplir un sueño inminente.

Pero este muchacho silencioso desde los 7 años que representará al país en el Mundial de Artes Marciales para Sordos aún no puede sonreír. Es que a sólo 72 horas de emprender viaje hacia Venezuela, Juan no tiene el dinero suficiente para su incursión mundialista. "Ahorré 5 mil pesos de mi trabajo. Desde el gobierno de Córdoba me dijeron que me darán unos 6.500 mil más. Igual no llego.... aparte tengo que comprar pecheras y empeines que cuestan unos 120 dólares", escribe en una hoja -sin errores de ortografía- el karateca cordobés que necesita alrededor de 15 mil pesos. "En el peor de los casos le pediré prestado a alguien", agrega.

El encuentro entre Clarín y Juan Matías ocurre en la avenida Rafael Núñez, una ruta obligada durante el recorrido ambulante que hace todos los días del año arriba de los colectivos. "Es una vergüenza que no le den una mano", cuenta con enfado Luis, su compañero de trabajo y de la vida. Lo dice porque ni la Confederación Argentina de Deportes para Sordos (CADES); ni la Federación Argentina de Artes Marciales para Sordos (FAAMS) le brindaron apoyo.

La vida de Juan parece ser un camino constante de espinas. De chiquito aprendió a sobreponerse de todo. Sorteó una infancia cruda y desde los 7 años -a raíz de un accidente doméstico- no puede escuchar ni hablar. Pero su voz interna y las máximas del karate lo llevaron al cielo deportivo en Beijing 2008: fue medalla dorada en los Juegos Olímpicos para sordos.

Sus días arrancan bien temprano y terminan bien tarde. Sale a las 7 de la mañana, se sube a un colectivo y da vueltas por la ciudad hasta las 19. De allí y con la recaudación del día, se va derecho a entrenar junto a su maestro, Eduardo Novak "El karate es una forma de vivir. Me ayudó en todos los aspectos de la vida, no sé qué hubiera sido de mí sin el deporte", gesticula.

El trabajo en los colectivos y una beca que le da el gobierno cordobés representan la suma de su universo económico. Llegó a sacrificar un plato de comida por ahorrar dinero para el viaje

El próximo sábado a la madrugada, Juan Matías embarcará hacia Caracas para "ganarles a todos porque me tengo una fe bárbara", describe. Competirá en la categoría hasta 65 kilos. Tiene los pasajes pero su estadía y cómo afrontará los gastos son aún un misterio por resolver. Viajará solo. Será su propia delegación. Y a él poco le interesan los 4 mil pesos que le faltan porque "siempre pude sobreponerme en las malas".

Son casi las 11 y el sol empieza a picar. A los lejos, un colectivo le hace señas de luces y frena. La puerta se abre y el cinturón negro de karate sube tímido con su cajita de alfajores. La puerta se cierra. El chofer pone primera y arranca. Allá va Juan. A conquistar un sueño un poco más urgente que el deportivo: el de poder sobrevivir todos los días.

Quienes quieran colaborar, comunicarse con Eduardo Novak, su entrenador, al teléfono 0351 155055927 o al mail eduardonovako.com.ar






Si lo conoces o lo viste alguna vez en las calles de Cordoba comenta todo un ejemplo... que gran historia, que gran leccion.

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