lunes, 5 de agosto de 2013


El arte de Jacob Emory


El que relata esta historia, es hoy un hombre de edad ya muy avanzada, nacido a principios del siglo pasado, y ahí es justamente donde nuestra historia da comienzo.
Jacob Emory, por aquellos tiempos no era más que un chiquillo de 10 años de edad, había nacido y crecido en un pequeño pueblito, pero a las personas no les agradaba Jacob, ya que, el ese entonces infante, tenía una cierta peculiaridad que a la gente no le agradaba; Jacob era un devorador de libros, cuando los demás niños jugaban o estaban platicando, Jacob simplemente estaba sentado leyendo un libro. Pero esta característica no era aquello que era desagradable para los demás, sino que Jacob era una enciclopedia viviente en cuanto a ocultismo se refiere, de hecho sabía más aún que la propia gitana del pueblo.

Pero como siempre le ocurre a una persona de gran potencial nacida en un pueblo pequeño, este le queda pequeño para sus pretensiones, así que ni tarde ni temprano hizo sus maletas y se fue, durante 7 años nadie tuvo noticas sobre Jacob.

El que cuenta esta historia, durante el transcurso de aquel periodo de tiempo ya se había convertido en un adolescente, era un "Don Juan", tenía su propia pandilla, era atento y dicharachero, buen mozo aquel muchacho. Un día, aquel muchacho que iba a la cafetería del pueblo acompañado de su pandilla, ahí encontraron a alguien que les resulto muy familiar, Jacob estaba ahí, quien ya a sus 17 años era totalmente diferente a como los demás lo recuerdan, su aspecto personal estaba descuidado, tenía una actitud más socarrona.

Jacob desparramado en la silla, hizo una seña con la mano y pidió a aquel joven que se acercara, los chicos se le acercaron y los saludaron, este solo se limitó a decirles -¿Quieren ver algo impresionante-, los chicos le respondieron -¡Sí, si queremos ver!-, Jacob hizo una petición –Necesito una hoja de papel-,los chicos empezaron a tirar carcajadas sarcásticas, uno de ellos agarró una servilleta y se la arrojó a Jacob, este le dijo en un tono grosero –Ahí tienes, confórmate con esto-, Jacob sacó de su abrigo un lápiz y comenzó a dibujar una figura humana (Jacob no era un artista, pero era un dibujante bastante bueno), estos chicos cuando le iban a soltar una sarta de comentarios sarcásticos, aquellas risas burlonas acallaron y las expresiones de los rostros de aquellos chicos se convirtieron en expresiones de terror, pues aquel dibujo cobro vida y comenzó a moverse en la servilleta. Prontamente, la pequeña audiencia de aquella cafetería se convirtió en una muchedumbre, aquello era un barullo total, Jacob empezó a dibujar perritos y gatitos, y estos comenzaron a moverse. Jacob había maquinado un plan magnífico en su mente, así que mandó a erigir una carpa con muros blancos al interior de esta, se cobraba una entrada para que la gente pasara a admirar el espectáculo, Jacob vestido de cirquero le gritaba a la gente -¡¿Qué quieren que dibuje?!-, la gente respondía –Dibuja una locomotora- -Dibuja un dragón-, Jacob haciendo caso a las peticiones de la gente dibujaba lo que le pedía la gente; Jacob sabía que el lápiz no le duraría para siempre, pero le sacaba partido hasta el momento.

Un fatídico día que corría el licor, las peticiones de la gente se volvieron más pasadas de tono -Dibuja una mujer desnuda- -Dibuja un monstruo jorobado-, Jacob no se opuso a ninguna petición, pero él no negarse a una petición le costó TODO. Un chico, que hace ya mucho rato estaba gritando, –¡¡¡¡JACOB, JACOB!!!!- gritaba sin cesar, Jacob ya muy fatigado y muy cansado le responde en un tono similar al de una persona cuando la despiertan -¿Qué quieres?- a lo que el joven respondió -Jacob, dibújate a ti mismo-, Jacob quedo sorprendido, nunca nadie le había hecho una petición así, Jacob inocentemente pensó que no habría problema. Craso, craso, craso error, Jacob comenzó a dibujarse en el muro, el mismo abrigo, el mismo peinado, complexión similar, etc.

Cuando Jacob terminó de pintar su autorretrato en el muro blanco, los demás dibujos dejaron de caminar, los minutos transcurrieron parecían horas, y aquel silencio pavoroso helaba la sangre, cuando el Jacob dibujado tomo vida, de su abrigo sacó un lápiz (una versión del lápiz "mágico" de Jacob) comenzó a dibujar una línea recta de abajo hacia arriba muy larga, luego de izquierda a derecha, luego de arriba a abajo. El Jacob falso estaba dibujando una puerta, Jacob atemorizado y el público anonadado; "Aún recuerdo ese instante…" dijo quien cuenta la historia con una voz muy temblorosa, momento por el cuál hasta el día de hoy, se arrepintió por toda su vida; el Jacob falso abrió la puerta, y los dibujos tuvieron acceso a él, aquello era una masacre total (uno de los monstruos tenía la garra en la mandíbula de Jacob y tiraba de ella hacia abajo, otro tenía su garra en el otro extremo de la boca e igualmente tiraba de ella pero hacia arriba, incluso uno de los monstruos tenía las pezuñas en sus ojos, lo estaban desgarrando cual vil camisa), el público corrió espantado, hubo un incendio, todo se vino abajo, la última vez que todos vieron a Jacob Emory vivo.

Mucho tiempo después el ya hoy anciano, teorizó algo que hasta el día de hoy puede que sea cierto.
Lo que Jacob dibujaba no era ni perritos ni gatitos, podían parecerlo más aparte no lo eran, ya que lo que el menciono dijo que no eran más que espectros en otro plano que Jacob lo único que hacía era darles un cuerpo a aquellas criaturas, y lo único que hacían estas criaturas era tratar de encontrar una salida. El anciano fría y tristemente mencionó lo siguiente: "Jacob Emory recibió lo que merecía"

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